Una fórmula que da resultados. La repetición en 2012 fue de 3% cuando en todo el país llegó a 40%
articulo de El Observador
"¿Cómo estás Diego? ¿Cómo está tu mami?”, pregunta Jacqueline a un alumno. “Está muy dolorida y le cuesta caminar, pero mejor”, contesta el estudiante. “Sí, viste yo te dije que era doloroso, pero ya va a estar mejor. Me acordé mucho de ella estos días. Mandale un beso de mi parte”. “Muchas gracias”.
Jacqueline es la subdirectora del turno matutino del liceo IAVA (Instituto Alfredo Vázquez Acevedo), un liceo donde el orden y el silencio llaman la atención. Donde los laboratorios limpios y perfectamente equipados, y el piso de la sala de teatro y danza reluce de brillo.
El IAVA recuperó la fama histórica de ser un liceo modelo y la prueba está en que todos quieren cursar ahí. La directora y subdirectora conocen personalmente a sus 2.000 alumnos y ellos respetan a la autoridad. Los profesores trabajan comprometidos y los alumnos obtienen resultados.
“Ellos saben que cuando la cortina de la puerta (de dirección) está abierta pueden entrar, no hay problema y los escuchamos. Nos cuentan sus problemas familiares o en el liceo. Cuando está cerrada es que estamos ocupadas y entonces tienen que esperar”, cuenta Isabel, la directora.
En 2012 el índice de repetición en el IAVA (ciclo básico y bachillerato) llegó apenas al 3%, cuando a nivel nacional la repetición en los primeros años de liceo asciende a 40%. “Este año entre repetición y deserción llegaremos a 6% o 7%”, expresa Jacqueline, quien lleva las estadísticas.
Círculo virtuoso
“El IAVA es el mejor ejemplo de lo que es un círculo virtuoso. Los profesores tienen expectativas de que las cosas funcionan y los alumnos responden. Yo soy una convencida de que la expectativa sobre lo que va a ocurrir opera fuertemente sobre los resultados educativos”, sostiene Isabel. “Si tú estás convencida de que vale la pena seguir educando y te comprometes con eso, entonces los resultados se ven”, agregó.
En el IAVA los alumnos no solo van a estudiar y obtienen buenos resultados, sino que proponen actividades extra y las llevan a cabo. Este año en el liceo se llevaron a cabo unas jornadas de violencia doméstica, con expositores desatacados, y los alumnos no solo fueron los responsables de la iniciativa, sino también los encargados de armar el programa, contactar a los expertos, armar los folletos y convocar a sus pares. El profesor de historia los supervisó y asesoró.
“La única censura que tenemos cuando organizamos este tipo de cosas son las faltas de ortografía en la cartelería que armamos para colgar en las paredes”, cuenta Camilo, un alumno de sexto de Derecho, integrante del gremio estudiantil. “Una vez, Isabel nos descubrió una y nos dijo: ‘Esta es la única censura que les pongo’. Desde allí nos estamos cuidando más”, agrega.
El año pasado los estudiantes de sexto Agronomía se propusieron decorar uno de los patios y lo hicieron, incluso, trabajando durante los fines de semana. Pusieron una Agrocantina para recolectar dinero y con eso construyeron un estanque. Luego estudiaron qué tipo de plantas se podían plantar y qué especie de peces eran los adecuados para colocar allí. La decoración todavía persiste y todos los días los estudiantes limpian el agua para evitar la transmisión del dengue.
El secreto
“Lo mejor que tiene el liceo es la libertad que nos dan para hacer lo que queremos: toques, exposiciones de arte, ver películas, lo que queramos”, señala Camilo.
La nueva iniciativa de los alumnos de 5º científico es pintar una pared del liceo que está un tanto desprolija. Lo propusieron en la dirección y obtuvieron rápidamente la autorización. “Si te pinta, pintá” es la premisa de la iniciativa que se lee en los carteles colgados en la pared con la que buscan captar interesados. La dirección los apoya con dinero para comprar la pintura y un profesor los supervisa.
La clave de todo esto es la flexibilidad, dice la subdirectora. “Ellos traen ideas y nosotros hacemos que se concreten. Pero esto ocurre porque el ambiente es propicio para que afloren experiencias. Es todo muy espontáneo. En un ambiente rígido esto no ocurre”, expresa Jacqueline.
Isabel agrega: “Por eso, yo ya aprendí; a los únicos a los que hay que pedirles permiso es a los padres, si los chicos tienen que salir. A Secundaria, no. Porque con lo burocrático que es todo, al final no hacés nada”.
La directora y subdirectora, al igual que los adscriptos, tienen plena confianza en los alumnos. El gremio estudiantil también ayuda a que así sea. “La mayoría de los que están en el gremio son alumnos destacados, son intelectuales”, cuenta Jacqueline.
Este año organizaron un Cine Foro todos los viernes. Ven una película y después la comentan. De la actividad participan unos 100 alumnos cada semana. “Nosotros solo les damos las llaves del salón y cuando terminan la devuelven. Jamás encontramos algo roto. Como mucho un papel en el piso”, comenta la directora. “El secreto es libertad responsable. Entusiasmo y confianza”, remata.
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