Volvió luego de seis años a Uruguay.
Esteban Gesto, un referente histórico de los preparadores físicos del Uruguay, está abierto para trabajar nuevamente en el país y habló de todo con
Referí.
¿Por qué se inclinó por la preparación física?
Desde muy pequeño me gustó siempre el deporte y la educación física. Tuve grandes maestros como Salvador Mauá y César Leiva. Fui desde chico a la plaza de deportes y participé de todo lo que eran los festivales de gimnasia, los torneos universitarios, los campeonatos de atletismo en Montevideo. Tenía la posibilidad de ser un buen bancario, pero insistí en venir a Montevideo a estudiar Educación Física. Hice el examen de ingreso y me encontré nada menos que con José Ricardo De León en un curso de verano e ingresé al instituto y tuve la suerte de tener a Alberto Langlade de maestro. Otro mundo. Cuando terminé la carrera, me di cuenta que no iba a alcanzar la profundidad de conocimientos que iba a tener para poder entender el entrenamiento.
¿Terminó un sábado la carrera y un lunes se anotó en Medicina?
Es cierto. Terminé un sábado 23 de febrero y me anoté un lunes 25 en Medicina. Fue muy duro porque me tocó trabajar en dos ciudades para terminar los preparatorios. El último año lo hice en el nocturno de Las Piedras. Vivía en Santa Lucía, trabajaba en Cerrillos y viajaba a Las Piedras y volvía a la 1 de la mañana a mi casa, antes de ingresar a la facultad.
¿Nunca ejerció como médico?
Sí, brevemente. También fui muchos años practicante del Sindicato Médico. Pero mi atracción fue el entrenamiento.
Después de trabajar en distintos clubes de Santa Lucía y alguno en Montevideo, llegó a Danubio con Raúl Bentancor y formaron una dupla notable proyectada luego a los juveniles. Fueron campeones sudamericanos en 1977 y 1979, terceros en el Mundial 79, ganaron Cannes 78. ¿Qué recuerda de aquello?
Recuerdo mucho a don Raúl. Un señor, una persona muy capacitada, muy honesta, muy sabia para dirigir a gente joven y hacer lo que ahora está de moda, tratar de culturizar, de educar, de darle una disciplina en el buen sentido hacia el fútbol profesional. Todo lo que evolucionamos en fútbol, en el momento actual, estaría de moda lo que él hacía, porque en poco tiempo lograba que el equipo jugara de determinada manera. Lo que ahora llaman el modelo de juego. Sus equipos siempre lo tenían. Una forma de jugar, de leer el fútbol, de tratar la pelota, de jugar colectivamente. Ahora está de moda lo socio-afectivo, lo que antes se llamaba cohesión, funcionar como equipo. Él lo lograba en 20 o 30 días, era increíble. Yo tenía libertad de trabajo, él me apoyaba mucho. Era otra época, son otros libros que ya pasaron. Hoy eso ya no se hace, el fútbol actualmente piensa primero en la maestría técnica, la inteligencia táctica, pero también en la explosividad, la velocidad, la intensidad. Todo el mundo habla de intensidad cuando se refiere a la táctica. Él era un maestro en enseñarle a los jóvenes el trato del balón. Y tuvimos la oportunidad de tener una generación espectacular. No quiero señalar a ninguno porque sería injusto.
Siendo tan joven, ¿cómo vivió ese proceso?
Con la inconsciencia de una persona joven que no se daba cuenta todo lo que significaba eso. Hoy uno le da otro valor. Con toda humildad le digo que lo vivía como un hecho natural. Pero ya nos preocupábamos de la alimentación, del descanso, del cuidado, del profesionalismo. Vivíamos otra época. Hoy los papeles de los entrenadores y de los preparadores físicos mucho más, han cambiado 180 grados. Radicalmente. Ya han entrado otras figuras en el fútbol. La parte económica ha traído a otras figuras, que no soy yo quién las debe nombrar. Pero el papel de educador, de docente y hasta de padre que tenía un entrenador y a veces, el preparador físico... Hay otras personas que influyen mucho más sobre el jugador en este momento que lo que influían antiguamente los entrenadores.
¿Por ejemplo?
Las personas que representan a los futbolistas. Las que hacen las transferencias de los jugadores al exterior. El staff administrativo de los clubes de Europa y de América. Y la familia. El tema del pasaporte, el tema del futuro, de la carrera profesional. Entonces, los preparadores físicos, han pasado a ser una persona necesaria en algunos aspectos porque si usted juega 70 partidos en el año, viaja, juega en la altura, en el llano, en el calor, en la humedad, es necesario. Porque no solo entrena para el desarrollo, sino para recuperar. Para darle consistencia al jugador. La gente piensa que hay que correr y no es así.
En 1980, Nacional lo contrató primero a usted que al técnico, que luego fue Juan Mugica. ¿Qué significó?
Primero quiero decir que me puse a llorar en Colombia porque perdimos a Juan. Mugica era un fenómeno de persona, muy sapiente, muy buen compañero. Fui a una reunión con tres jugadores históricos y los dirigentes presididos por Iocco y Mugica. En primera instancia, quisieron nombrar como técnico a uno de esos jugadores que venían de regreso, en segunda instancia a otro y nadie se animó. Y miraron a Juan y le dijeron: "Te toca a vos". "No tengo ningún problema", contestó.
Ese año fue para encuadrar en Nacional, porque a Mugica lo habían nombrado interino y luego ganaron el Uruguayo, la Libertadores y la Intercontinental.
El mérito fue de Mugica. Nacional tenía una enormidad de contratos y jugadores importantes. Le tocó una tarea áspera, dura. En una hoja, fue a comunicar el programa que tenía en una reunión, llevó 14 nombres. Y además pidió a José Cabrera y a Washington González. Con 16 jugadores arrancamos y subimos algunos juveniles como el Vasco Aguirregaray, Wilmar Cabrera, Ramírez, Dardo Pérez quien fue fundamental. Perdimos solo con The Strongest en la altura 3-0 en la Copa, pero tenía un equipo muy importante. Después fuimos a Japón sin De la Peña ni Hugo De León. No había ayudantes de campo. Mugica fue a seguir dos meses a Nottingham Forest todos los partidos, hoy sería increíble. Propusimos ir 10 días antes a Tokio. Me quedé solo con el equipo. Fuimos a Nueva York, entrenamos dentro de un hotel, hicimos vaciar toda una ropería enorme y con jugadores descalzos entrenamos en tres turnos para que cupieran dentro del salón. Luego fuimos en vuelo a Los Ángeles y a Tokio; duró 16 horas. Llegamos y no había balones. Los directivos me consiguieron 20 balones en un día en Tokio, hicieron magia. Recuerdo que los ingleses llegaron casi un día antes. Pensaron que era un paseo. Ahí tiene un ejemplo de lo que son los viajes cruzando meridianos. Nosotros llegamos en estado de frescura al partido.
¿Fue de los mejores momentos exitosos de su vida?
Ganar, empatar o perder, importa lo que uno hace. Haber ido como parte del cuerpo técnico a dos Mundiales, le doy un valor muy grande. Esos torneos son los más importantes. Cuando sucedió ganar la Libertadores e Intercontinental, uno era más joven y lo tomaba como un hecho natural.
¿Cómo define al éxito?
Es consecuencia del esfuerzo, del talento de los jugadores. Lo fundamental en el fútbol son los jugadores. Es una frase que repetimos todos, pero es verdad. Usted puede hacer tres horarios por día, puede ponerlos de cabeza para abajo, puede comprar toda la tecnología que quiera, pero lo que tiene que conseguir, ¿sabe qué es? Buenos jugadores.
Usted como preparador físico, ¿funcionaba también como un psicólogo?
Sin saber nada de psicología, por más que tuve materias en el instituto tres años y que había estudiado en la facultad, creo que eso parte de forma natural de las personas. Tratar de liderar, de motivar, de decir la verdad, de hacer sentir a la persona parte del proceso de trabajo y sobre todo, que no fueran autómatas, o sea, que fueran personas racionales, conscientes de lo que hacían. Hoy se habla de estos temas, no solo a través de la psicología, sino de la autoestructuración, que el jugador se vaya autoformando, autodesarrollando porque en la cancha quedan afuera el técnico, el preparador físico, el médico, el nutricionista, el psicólogo, el pedagogo, el trabajador social. En la cancha deciden los jugadores. Entonces, cuanto mejor formación tenga el futbolista, estamos más cerca de tener éxito. Podemos profundizar más. Está de moda ahora denominar jugadores expertos. En un equipo no hay muchos. El jugador experto es todo esto que estamos diciendo, pero también es uno que percibe mucho más que los demás. Antes que suceda algo, lee lo que sucede, tenga o no el balón, se anticipa a los sucesos que están en el campo. Son escasos esos futbolistas expertos. Antiguamente, en las selecciones uruguayas históricas que tanto nos enorgullecemos, desde 1924 en adelante, ni que hablar la de 1950, había liderazgo y esto que usted me pregunta, y no era que se hubieran recibido en una escuela o universidad. Era algo que fluía naturalmente. A veces se tiene éxito con eso y a veces no, porque hay personas que no son receptivas o no están dispuestas a aceptar alguna orientación o a dejarse ser ayudado.
Usted y Mugica renunciaron a Nacional por temas de inconducta (N de R: por un episodio con Waldemar Victorino y Washington González).
Claro. Eso hoy está superado felizmente. Somos amigos de esas personas. Son cosas que pasaron y hoy en día se encararían de otra manera. Con los códigos de esa época, eran cosas importantes. Hoy serían cosas banales.
¿Le parece?
La sociedad ha cambiado mucho en el sentido positivo y negativo.
Sí, pero usted sigue siendo el mismo.
Sí, pero sin desmerecer lo que venimos hablando del profesionalismo. Hoy en día han cambiado las cosas, algunas para bien y otras para mal. El papel que hacía el entrenador en esa época, era distinto al que hace ahora.
Pero si bien hoy hay problemas de seguridad y de otro tipo en la sociedad, ustedes se fueron por valores y dignidad. Creo que ese tipo de cosas no se pierden. Si usted estuviera en un equipo hoy seguramente haría lo mismo.
Hoy esos problemas no se encaran desde el punto de vista pedagógico y solamente disciplinario, sino que se encaran desde el punto de vista institucional. No me entienda mal. No es que los principios o los valores hayan cambiado. Simplemente que las instituciones que tienen mucho valor en los integrantes de un plantel, buscan otro tipo de soluciones dentro del club. Es muy común ese tipo de problemas todavía, pero se buscan otros caminos.
En 1984 cambió de vereda y trabajó en Peñarol. ¿Cómo vivió ese momento?
Tengo un gran recuerdo de Washington Cataldi, un dirigente con una calidez y un afecto por las personas espectacular, pero era una época con grandes dificultades económicas. Y llegó un momento en que no se pudo seguir. Nos vimos obligados a dar un paso al costado.
Antes de ser compañero de cuerpo técnico, fue profesor del Maestro Tabárez en la carrera de entrenador.
Estuve como docente 10 años. Recuerdo a mucha gente importante como Tabárez, Alberto Spencer y una cantidad de exjugadores que uno había admirado en el campo de juego y estaban sentados en el salón de clases. Lo aprecio, lo respeto y lo admiro mucho. Era como ahora, una persona muy capacitada, circunspecto, muy ubicado, educado.
¿Qué significó estar en el cuerpo técnico de él en 1989 en la Copa América de Brasil y luego en el Mundial de Italia 90?
Recuerdo el gol que hizo en Maracaná Ruben Sosa ante Argentina. Fue impresionante. Y el que hizo en la altura de La Paz por las Eliminatorias, la paró de pecho, no la dejó caer y la metió por arriba casi de la mitad de la cancha. Lo que pasa es que Ruben era un cañón. Con su rodilla maltrecha en 1998 hizo 17 goles. Para mí, fue como un hecho histórico, como una culminación el asistir a una Copa del Mundo con Uruguay. Hay pocas cosas tan importantes como esa. Fue como quien termina una carrera.
En aquella época se hablaba mucho de que entraban contratistas a la concentración en Italia, como sucedió con Francisco Casal. Ese tipo de cosas, ¿desconcentran al futbolista?
Cuando se gana o se pierde, no hay que dar pretextos. Hay que hacerse responsable. En este momento, a comparación con aquella época, juegan los jugadores que están en alta forma, en alto rendimiento, se planifica en forma absolutamente independiente, se anticipa y se prevé los sucesos que pueden ocurrir en un campeonato. Felizmente, todo está mucho mejor y todo ha cambiado. No me gustaría ir para atrás tantos años y reprochar nada a nadie, ni hacer autorreproches, porque uno va evolucionando. Estamos en un gran momento.
¿Qué opinión tiene del Maestro?
La misma que usted. Una persona capacitada, seria, organizada, que actúa también como un maestro con los muchachos que han logrado hacer un núcleo fuerte, que le ha logrado dar lo que todo el mundo habla ahora que es la pertenencia, amor a la camiseta, al grupo, al punto que la
selección tiene un público que convoca y eso no es gratuito. El pueblo uruguayo y la historia del fútbol, están representados por estos muchachos y el trabajo que hace Tabárez.
Ahora que usted volvió del exterior, ¿lo vio?
Sí, lo fui a visitar al complejo para conversar un poco de fútbol. Lo vi bien, motivado, con cosas para dar y organizado. Estaba con todo su grupo técnico, tienen mucha cohesión y es muy importante. Es un grupo técnico compacto hace muchos años. Es una cosa positiva.
Luego de haber trabajado hace un tiempo con él, ¿lo ha visto evolucionar en estos años?
No me creo capaz de juzgar esa evolución que me pregunta.
¿Cómo ve el proceso Tabárez?
Lo veo positivo porque sucede una renovación natural y, sobre todo, que Tabárez puede decidir cuándo va a incorporar a un jugador, cómo actúa, si está en estado de alto rendimiento o no. Yo también tengo cifradas esperanzas en que Uruguay haga un buen Mundial.
En 1995 cuando usted estaba en Pachuca, le tocó hacer de técnico. Ganaron 2-1 pero terminó en una batalla campal.
Jugábamos con Saprissa en Costa Rica un amistoso. Se armó una pelea que no se podía parar. El técnico era el argentino Ruben "Ratón" Ayala, pero no recuerdo por qué no pudo dirigir y lo hice yo. No había misterios, no se precisaba ser Rinus Michels ni (Alex) Ferguson para hacerlos jugar. Después de una buena entrada en calor, el equipo jugó y ganó.
A fines de 1997, Nacional lo fue a buscar a usted y al igual que en 1980, lo contrató antes que al técnico que fue Hugo De León. Cortarle el sexenio a Peñarol, ¿era una obsesión?
Sería para la hinchada y la institución. Yo no lo tomaba como una obsesión. Era mi trabajo. No me voy a hacer el modesto, eso no estaba en mi cabeza.
Fueron campeones en 1998 y en 2000. Usted a De León lo había tenido como jugador. ¿Cómo era como técnico?
Una persona seria, circunspecta, con un gran carisma. Cuando me contrataron, me consultaron para que colaborara en la contratación del técnico. Yo les dije: "No tengo nada que ver". El equipo no estaba bien, había perdido el campeonato cinco años seguidos. Lo único que dije fue: "Cuando la platea insulte –porque en todos los estadios, los que insultan son los plateístas, como lo viví en Argentina–, debe haber una persona de raigambre nacionalófila y que tenga una espalda de un metro y medio. Porque cuando lo insulten desde la platea América, esa espalda va a resistir". Y luego de otra reunión, en la que dije lo mismo, contrataron a Hugo. Tenía mucha tranquilidad, mucha personalidad para dirigir y sabía elegir a los 11 jugadores y a su vez, realizar las recomendaciones necesarias, e inteligencia para hacer los cambios. Se comenzó con grandes dificultades, pero surgieron algunos futbolistas que comenzaron a elevar su rendimiento y que tenían maestría técnica y mucha velocidad. Fíjese que (Gabriel) Álvez hizo 33 goles y jugaba de centrodelantero. Tenía juego externo en abundancia. Ruben Sosa anotó 17.
¿Cómo fue estar en una final como la de 2000 con jugadores presos?
Fuimos a la cárcel a visitarlos. Después que pasó la pelea, se acabó el problema porque los muchachos de ambos equipos mantenían una buena amistad. Fue un hecho de adrenalina dentro del campo. Y yo tuve el gusto y lo quiero mucho porque trabajé después con Julio Ribas. Un gran entrenador. Una persona con mucho liderazgo y con mucho para brindar. Lo que pasa es que aquí a veces le ponen un tilde a los entrenadores y una de las cosas que más trabajaba Julio cuando estuve con él en Omán, era la delantera. Y fíjese que Julio estuvo en ese tema y los jugadores de Nacional también. No le dimos la trascendencia que pareció tener.
En 2002 con Víctor Púa volvió a otro Mundial y ya más maduro. Viéndolo en perspectiva, ¿hubiera cambiado algo?
Sí, hubiera cambiado varias cosas desde el punto de vista técnico, no técnico-táctico, sino de la estrategia de la planificación. Pero eso ya no tiene valor, porque ya pasó y no puedo tomar decisiones 16 años después.
¿Pero lo vivió de otra manera distinta al de Italia?
Sí, pero eran otras circunstancias. El fútbol era distinto, la organización era diferente en la selección y en el fútbol del mundo.
¿Puede haber servido ese 2002 como un mojón para que se fueran mejorando las selecciones uruguayas?
Creo que la no participación en 2006 fue un mojón más importante que 2002. Por algo está el Maestro Tabárez en forma ininterrumpida. Los Mundiales a los que no fuimos en 1978, 1994 y 1998, fueron quedando atrás. Pero el de 2006 fue más decisivo porque a partir de allí empezó un proceso hasta nuestros días.
Hace muchos años recomendó al profesor Ortega a Julio Comesaña en Junior de Barranquilla. Hoy triunfa en Atlético de Madrid y en Europa. ¿Cómo lo vive?
Me alegra mucho que un uruguayo tenga tanto éxito y que haya progresado tanto. Pienso que está en el primer nivel de la elite y que tiene mucho más para dar todavía. Ahí tiene usted un caso de amalgama que hablábamos hace un rato. Un entrenador solo no puede. Pero en ese caso, vea los años que hace que trabaja con Simeone y seguramente se miran y ya saben lo que piensan. Es muy importante la confianza que le pueda brindar un entrenador a sus colaboradores. No lo hemos ido complicando al fútbol, el entrenamiento se ha ido desarrollando.
¿Cómo define el fútbol?
Es un deporte de oposición, de espacio compartido, totalmente distinto al ciclismo o a la maratón. Compañeros y rivales, jueces, público, la cancha, la pelota. Es un deporte situacional. El maratonista sale y va a llegar a la meta, corre contra los demás, es un tema físico, de resistencia, de fortaleza, de potencia. El fútbol no. Está lleno de incertidumbre, lleno de situaciones cambiantes, imprevisibles. Es muy difícil entrenar lo imprevisible. Es un deporte acíclico. Arranca, frena, para, corre, salta, totalmente distinto al ciclismo que corre siempre igual. También es intermitente, arranca, para, esprinta, camina, corre de espalda, de costado. Entonces usted tiene que preparar a un jugador para jugar con el balón, contra los rivales, ser capaz de esprintar al máximo, resistir 90 minutos y jugar domingo-miércoles-domingo. Si no, usted prepara a un velocista. El fútbol tiene además lo connitivo, es decir, la táctica, qué está pasando. Tiene lo coordinativo que tiene que ver con lo técnico. O sea, hay futbolistas que tienen más maestría técnica que otros, le devuelven la pelota redondita, como Iniesta. Al fútbol todavía le falta lo socio-afectivo. ¿Por qué Messi juega de una manera en Barcelona y otra en la selección argentina? Hay que preguntarse. Y, finalmente, lo mental. ¿Por qué hay jugadores como (Luis) Suárez que tienen ese talento y esa agresividad bien entendida, ese afán por ganar?
Pero también tiene algunas consecuencias.
(Marcelo) Bielsa ha sido un maestro (tuve tareas compartidas y lo admiro) en explicar lo que es el fracaso y el no fracaso y el desprecio por la derrota. O el elogio desmesurado por el éxito. También todo eso es el fútbol. El que no esté preparado para eso, tiene vida corta. ¿Sabe lo que es necesario? La capacitación. A usted no lo van a respetar porque levante la voz o porque los jugadores sean buenos o malos. Lo van a respetar si está preparado, si tiene conocimientos. O como algunos técnicos de Europa que fueron de los mejores futbolistas del mundo que tienen un carisma impresionante y a su vez, inteligencia y liderazgo –no voy a dar nombres–. Juegan con su trayectoria, hicieron un curso para capacitarse y ejercitarse, pero tienen un carisma notable y eso también influye.
Estuvo muchos años en el exterior. Al fútbol uruguayo, ¿lo ve pobre?
Todos en el extranjero le hacen siempre la misma pregunta: "¿Cómo puede ser que Uruguay con la población que tiene saque tantos jugadores?" Y lo primero que les digo es que el futbolista uruguayo tiene una forma de pensar, de tratar de surgir a través del fútbol, de tratar de triunfar, de salir adelante en la vida, que no es una simple profesión como en otros países que es más light porque hay otras posibilidades. Lo veo como lo verá usted y muchos otros. Es un tema polémico. Un chico de poca edad ya tiene su pasaporte y debe irse. ¿Por qué? ¿La institución lo quiere regalar? No. Tiene problemas económicos. El futbolista quiere triunfar y la familia hace presión, y la persona que lo representa, necesita llevarlo a otro medio económicamente más poderoso. Además, la juventud es muy fuerte, tiene frescura, capacidad, talento. Pero la experiencia también. Y los jugadores de experiencia no están. Se fueron. La experiencia la están usando en otro país. Acá quedan dos o tres que son los puntales del equipo, pero cada seis meses, se ven todas caras nuevas. A nivel de juveniles, nosotros hablamos de tres edades. Todo el mundo habla de la edad cronológica. Pero en juveniles, hablamos de la edad biológica, la maduración. Pasó la pubertad, es juvenil, llegó a la madurez. Pero hay una tercera edad que poco se habla que es la edad de entrenamiento. ¿Qué edad de entrenamiento tiene cada sujeto de los jóvenes que tenemos? ¿Cuándo empezó? ¿Qué currículo tiene? ¿Qué historia de entrenamiento tiene? ¿Quién es? ¿Cómo trabajamos con ese sujeto? Eso tiene mucho valor. Entonces, si a usted, cada seis meses le traen gente que está terminando de madurar, que tiene una edad cronológica de 17 o 18 años, pero que edad de entrenamiento y de competencia, experiencia, tiene escaso, ahí empieza el problema. Aparte, no podemos empezar los torneos de juveniles en abril. No podemos esperar que el adulto se adapte a jugar domingo-miércoles-domingo, tenemos que adaptarnos desde jóvenes. Tenemos que saber que es otro tipo de competencia. Tenemos que adaptar los organismos. Si usted toma un medicamento y es fuerte y no está acostumbrado, le puede hacer daño. Y es un medicamento que le dicen que es para curarlo. Y cómo usted va a someter a una fatiga determinada a un sujeto que comenzó el torneo en abril y que no tiene casuística, que juega cada tanto. Que entrena más de lo que juega. ¡Entrena más de lo que juega! ¡Y juega a nivel local! La edad de entrenamiento es un valor que hay que medirlo.
¿Qué opina del periodismo uruguayo?
(Piensa). Es como todo el periodismo deportivo cercano al fútbol en todo el mundo. Como todas las profesiones. Hay personas muy capacitadas y otras no tanto. Creo que hay más respeto hacia la intimidad de la persona. En las nuevas generaciones se está comenzando a juzgar el hecho futbolístico y quedan afuera los factores personales. En la mayoría de las notas no se habla de cuántos hijos tiene, de qué hizo con la familia. La familia es un hecho privado del jugador o del técnico de turno. A ningún cirujano o piloto de avión lo van a juzgar porque tenga tal o cual tema familiar. Lo van a juzgar por si maneja bien el avión y llega a destino y al cirujano por si le salva la vida al paciente. Y en el fútbol, a veces, desgraciadamente entrábamos en cosas privadas que no son saludables. En eso, hemos mejorado.
Usted ha dado innumerables ponencias y conferencias en el mundo. ¿Qué siente cuando lo llaman?
Yo soy muy fanático, es una vocación muy fuerte, me paso leyendo entrenamiento. Me gusta estudiar. Mi hobby es estudiar. Entonces, ¿cómo no transmitir esa vocación a la gente más joven? Brindar un servicio. Hacer lo que a mí me dieron todo lo que me dieron y que me hubiera gustado que me dieran más. Cuando me formé en esta carrera, había que pagarle a un cura jesuita para que tradujera artículos del alemán, también del francés. El inglés todavía no era la lengua uno. Y hoy uno compra un libro de entrenamiento en un centro comercial. Es todo mucho más fácil. Siento satisfacción de poder brindarle el esfuerzo de tantos años a la gente que es más joven que yo y creo que es una obligación moral. Y va más allá de que me paguen o no. Lo hice con la gente de OFI a la que quiero mucho como agradecimiento. He dado hace poco cuatro charlas que no tienen otra finalidad que brindar un servicio. Ni economía, ni figurar, dar un punto de vista. Y también de tratar de estar actualizado. Con toda modestia, es una obligación. Perdóneme, pero en 1989 impuse un ayudante por primera vez. Me dijeron que estaba loco. Y vea ahora. Los equipos de Europa tienen cinco, los de Uruguay tienen tres. Y hay gente que permanece en el club porque esos son los que siguen la evolución de cada futbolista. Saben todo de él, debilidades y fortalezas. Creo que con eso abrimos camino y me siento satisfecho.
¿Su frase de cabecera sería "hay que aprender todos los días"?
Yo diría pobre del que no tenga dudas y que se crea que sabe. Y también diría que lo que hoy damos como valor absoluto, en 10 o 20 años, quedamos en ridículo. Seguimos evolucionando. Seguir la evolución me apasiona, lo disfruto.
Estuvo seis años continuos fuera de Uruguay. Ahora que volvió, ¿tiene la idea de seguir como preparador físico?
Cualquier trabajo referente al entrenamiento de un equipo, no tengo ningún problema. En cualquier labor. Tengo más experiencia como para colaborar más con los compañeros y el equipo. Tengo un poco más de conocimientos y creo que hay mucho por hacer en los equipos. Que no es dar órdenes y sacar a correr al grupo. Que hay mucho más de analizar, de pensar, de planificar, de programar. El fútbol va cambiando. La intensidad, la frecuencia de partidos, la tecnología con los adelantos es mayor. Se mejoró la forma de entrenar, el cuidado del jugador, la nutrición, la recuperación. Lo único que no ha cambiado en 40 años y no va a cambiar, es la habilidad del jugador. La maestría. Pero los jugadores de hace 40 años los ve con las piernitas flacas y los pone con los de ahora, no tienen comparación. Los superan los de ahora. Pero también hace 40 años había jugadores uruguayos con una maestría técnica increíble. Lo que pasa es que aquí no se les daba valor. Siempre se idolatra Europa, Europa, Europa... porque tiene cartera para llevarse futbolistas.