Sin estímulos
La educación física en Primaria empezó en 2008, pero hay pocos gimnasios y canchas. En los liceos la gimnasia tampoco es prioridad. El Estado y los deportes no se llevan muy bien.
SEBASTIÁN CABRERA
Afuera llovía fuerte. La clase de gimnasia no se podía hacer, como siempre, en el patio de pedregullo de la escuela 138 de Puntas de Manga y entonces la profesora hizo entrar a los 23 niños a la clase. El edificio está en obras y hay siete contenedores que se han convertido en aulas. Uno de esos contenedores es el del grupo de quinto año, que ese día tenía educación física. La escena ocurrió la semana pasada, pero ya había pasado otras veces. La docente corrió los bancos como pudo y dejó un espacio libre de tres metros por cinco metros en el medio del contenedor.
Formó una ronda y ahí nomás arrancó. "Se las arregló para dar una linda clase de gimnasia", dice Ariel Ituarte, supervisor de educación física en unas 30 escuelas montevideanas, muchas de ellas en la periferia. "Ella hizo una entrada en calor con movilidad articular de todas las zonas del cuerpo, sin desplazamiento. Logró la activación cardiovascular y una irrigación aceptable". Después de eso la docente trabajó en progresión hacia la rueda de carro, lo que no requiere mucho espacio. Mantuvo a todos los alumnos en su lugar y fue trabajando con cada uno, en el centro de esa ronda.
Hacer gimnasia dentro de un aula, o -peor- dentro de un contenedor cuyas dimensiones son más pequeñas que las de una clase normal, dista mucho de lo ideal. Pero lo de la 138 no es una excepción. Solo unas 10 escuelas montevideanas cuentan con gimnasio propio: en la mayoría se da clase en el patio o, si hay suerte, en campitos cercanos. O en la misma clase, cuando llueve.
La inspectora técnica de Primaria, Elena Barreto, dice que no hay por qué asociar la educación física al movimiento. "Podemos trabajar dentro del aula la parte lúdica o las actividades circenses, como el malabarismo o el equilibrio", explica.
En Secundaria la situación está mejor, ya que la mayoría de los liceos que no tiene infraestructura propia cuenta con convenios con clubes o plazas de deportes cercanas. O se trasladan a otros liceos que sí tienen lugares adecuados.
Pero no todos lo pueden hacer: en el liceo 22 de La Teja, por ejemplo, este año no hay educación física. La plaza de deportes del barrio está en obras y no encontraron otro lugar. Y en el liceo 13 de Maroñas no pueden usar las instalaciones deportivas del barrio porque los docentes tienen miedo a salir por la inseguridad.
Está claro: el deporte no tiene un lugar relevante en los programas de escuelas y liceos uruguayos. El de Primaria, por ejemplo, tiene 24 páginas sobre el área de "conocimiento corporal" (donde está incluida la educación física y las actividades circenses) de un total de 414 páginas. Hasta hace cuatro años ni siquiera había gimnasia en la mayoría de las escuelas públicas. Ahora sí hay, pero no existe una infraestructura acorde.
Que desde chicos no se inculque el deporte ni la educación física como algo relevante tiene un nexo con el pobre desempeño en los Juegos Olímpicos, donde casi todos los atletas uruguayos quedaron lejos de las medallas. No es la única razón, claro, pero influye. Ituarte, por ejemplo, está convencido que "el trato histórico que la educación física ha tenido en el país" está relacionado con el desempeño histórico en los Juegos. Y dice que, con la inclusión de la educación física en las escuelas, el panorama mejorará. Pero primero "pasarán muchos años".
Fabián Estavillo, coordinador de educación física en otras 30 escuelas e integrante de la federación de profesores de educación física, pide un seguimiento más allá de la educación formal. "Porque, si hay un niño de 10 años con talento para ser velocista, ¿quién lo sigue? ¿A dónde debe ir? Eso es lo que falta", dice.
¿Y si fuera más intensa la educación física en liceos y escuelas? ¿Si hubiera más horas y más recursos? Marga Guillén, inspectora general de educación física en Secundaria, admite que "quizás provocaría el despertar de muchos más atletas". Pero Guillén también dice que falla el seguimiento: "Por más que a uno le guste el canotaje y tenga condiciones, si no sigue entrenando con un apoyo específico, difícilmente pueda desarrollar todas sus cualidades como los atletas de las grandes potencias". Eso se solucionaría, dice Guillén, si existiera un centro de alto rendimiento (ver páginas 8 y 9) para todos los deportistas con condiciones en Primaria y Secundaria. Lo mismo afirma la inspectora de Primaria, Barreto: las escuelas podrían enviar a ese centro a los talentos que detecten. Pero eso hoy no existe.
SIN CLASE. En el liceo 22 por ahora no van a descubrir ni un solo talento deportivo. El edificio está en una esquina, sobre Carlos María Ramírez, en La Teja. Es una casona vieja donde no hay lugar siquiera para una cancha. Las clases de gimnasia siempre fueron en la plaza de deportes número seis, a cuatro cuadras de allí. Pero la plaza está en obras desde principios de año porque van a techar una cancha y reparar otras. ¿Y qué solución encontró Secundaria? Que no haya clase de educación física en 2012.
Ezequiel y Maicol, alumnos de primer y segundo del liceo 22, cuentan que a inicios de año hubo una clase en el club Los Magos, a la vuelta del liceo, pero eso no corrió más porque la institución tiene los baños cerrados. "Y parece que no puede haber gimnasia en un lugar sin baños", dice Maicol. Ezequiel se ríe y agrega que, a esta altura, ya les dijeron que no van a tener gimnasia en lo que queda del año. Ni una clase teórica. Lo mismo repiten otros muchachos que están en la escalinata de la entrada al liceo.
Guillén, inspectora de Secundaria, dice que el problema es que en la zona "no hay dónde alquilar", ya que los clubes del barrio no cuentan con la documentación necesaria para ser contratados. Graciela González, también inspectora, afirma que en esos casos "se dan clases adentro" (no es lo que pasó en el liceo 22) "o se prepara a los chiquilines para los campamentos". Y, si no hay otra opción, se suspenden las clases.
Secundaria busca una solución, pero eso también implica velar por la seguridad de los alumnos "porque no los podemos mandar a la calle ni a ningún otro lugar que no sea seguro para ellos ni para los profesores". Es decir, no pueden quedar solos en un campito, por ejemplo, a unas cuadras del instituto.
Ha habido malas experiencias. En el liceo 13 de Maroñas el espacio no es suficiente para que todas las clases tengan educación física en condiciones adecuadas. Hasta hace poco tiempo se usaba para ello el complejo deportivo Ituzaingó, que está cerca y es público, y dos gimnasios de otros liceos. Pero por razones de seguridad se dejó de ir.
"Ese traslado de un liceo a otro es tan inseguro que preferimos que estén todos juntos en el liceo, que se acomoden y hagan practicas alternativas", dice González. "Están más resguardados así". Hace años que el liceo 13 es famoso por los reclamos de más seguridad que hacen padres, docentes y muchos alumnos debido a que el entorno del instituto se ha tornado peligroso (y a veces también adentro). En 2010 se encontró un alumno con un revólver calibre 22 dentro del liceo y en 2004 un disparo accidental dejó minusválida a una alumna.
Ha habido docentes amenazados. Y cuando iban al complejo Ituzaingó, a veces allí los profesores estaban dando la clase "y cuidando que no les roben las mochilas" o aparecían chiquilines que no eran del grupo e interrumpían las clases.
RÉGIMEN. La materia educación física es obligatoria de primero a cuarto año de liceo. En 2006 se pasó de dos a tres horas curriculares en los tres primeros años. En la tercera hora se arman grupos de afinidad según deporte. A su vez, en esa tercera hora se prepara la competencia interliceal "Pintó Deporte" (ver recuadro).
De los 286 liceos que hay en todo el país, 63 tienen gimnasio propio (en general son los liceos más antiguos) y 194 tienen cancha o algún tipo de espacio abierto, según estadísticas de Secundaria a las que accedió Qué Pasa. Muchas veces esos espacios, aunque existan, son insuficientes para todas las clases y se buscan otros lugares afuera. De hecho, hay 246 liceos con clases de gimnasia afuera del recinto. De ellos, en 81 liceos la clase es en plazas de deporte, en 79 liceos es en gimnasios comunales o municipales, 69 tienen rubro para alquilar un gimnasio de un club privado, 13 liceos tienen clase en espacios abiertos con césped o tierra y cuatro de ellos en escuelas.
Pero la solución de las plazas de deporte no siempre es la mejor. Ituarte, supervisor en Primaria y docente de Secundaria, dice que a veces se complica porque el profesor debe compartir la cancha con otra gente que va a usarlas. "Y se hacen acuerdos: yo uso la mitad de la cancha y tú la otra", relata.
Los recursos no son los ideales. Hay un profesor en Maldonado, por ejemplo, que usó cables subterráneos de electricidad para hacer aros, cuenta la inspectora González. También corta al medio pelotas viejas y las usa como conos.
En 2008 se incluyó la educación física en quinto y sexto año, pero solo con proyectos deportivos extracurriculares opcionales. Es decir, no es obligatorio participar. El deportista olímpico Rodolfo Collazo, por ejemplo, tiene un proyecto extracurricular de canotaje con alumnos de un liceo de Colonia. Otros liceos tienen proyectos acuáticos. En el liceo 61 del Cerro consiguieron becas en el club Neptuno primero y en Urunday después. Y en 2011 se realizó el primer encuentro de rugby a nivel nacional, gracias a un convenio entre Secundaria y la Unión de Rugby del Uruguay (URU). Participaron 300 liceales de todo el país.
UN PASO. Entre 2007 y 2008, el gobierno de Tabaré Vázquez universalizó la educación física en las escuelas y creó más de 1.000 cargos docentes. Antes de esa fecha solo se llegaba al 30% del total de la población escolar. Sin contar las rurales, hoy en todas las escuelas hay al menos un profesor que se encarga de las clases desde los cinco años. La idea es que tengan dos veces por semana una clase de 45 minutos de cuarto a sexto y media hora con los más chicos. Pero hay escuelas donde los niños solo tienen una clase semanal ante la falta de docentes.
Eso sí, el problema principal es que las escuelas no están preparadas para el deporte. En Montevideo solo 10 locales tienen gimnasio propio, estima Estavillo. La inspectora Barreto admite que se está muy lejos del "ideal" de tener gimnasios con duchas.
Porque una clase en un patio de piso de cemento o de pedregullo no es lo mejor, es obvio. "Si la clase es en un piso con pedregullo es difícil: sentás a los niños para darle una explicación y es una tentación para que se pongan a tirarse piedritas", admite el profesor Ituarte.
En cuanto a los recursos, Barreto -la inspectora de Primaria- dice que se han comprado y distribuido materiales, especialmente para las actividades circenses. Pero Ituarte apunta que, muchas veces, faltan recursos indispensables para enseñar, como un colchón. "Nosotros trabajamos con lo que tenemos", dice él. "Y los resultados están a la vista".
Igual, algunas cosas empiezan a cambiar. "No sé si conseguiremos deportistas olímpicos", opina Barreto, "pero seguro que las próximas generaciones saldrán a caminar más, les gustará más el deporte porque desde los cuatro años lo fomentamos". Los profesores dicen que recién ahora se empieza a notar que los muchachos llegan al liceo con una mejor experiencia motriz. "Antes nos llegaban chiquilines que nunca en su vida habían tenido una clase de educación física", recuerda Ituarte. Había que enseñarles algo tan elemental como trotar en una cancha.
Hoy todavía hay alumnos que, con 12 años y en primero de liceo, no saben hacer una voltereta al frente o atrás, explica Ituarte. O una rueda de carro. Y no porque tengan dificultades motrices o sobrepeso. Nadie se los enseñó.
10
escuelas montevideanas cuentan con gimnasio. En general son edificios de hace varias décadas.
63
liceos públicos (21 de Montevideo) tienen gimnasio propio, de un total de 286 en todo el país.
69
liceos públicos cuentan con rubro para alquilar gimnasios de clubes privados y tener clase allí.
81
liceos usan las instalaciones de las plazas de deporte. En Montevideo son solamente nueve.
"PRIVADOS PUEDEN HACER MÁS"
Secundaria creó una competencia interliceal similar a la e ADIC en los colegios privados y con nombre pretendidamente juvenil: "Pintó deporte". Cada liceo debe competir en al menos dos disciplinas entre atletismo, voleibol, futsal, básquetbol, handball gimnasia coreográfica, natación, tenis de mesa y ajedrez. "Pintó deporte" recién arranca, mientras que ADIC existe desde 1966: hoy compiten allí unos 40 colegios con más de 7.000 deportistas. Su presidente, Gustavo Forteza, dice que "los colegios privados suelen tener mejores instalaciones y más horas de clase de educación física" que los públicos. Pero Forteza admite que los docentes son los mismos: "La diferencia es que el profesor se rompe todo en el privado porque ahí trabaja más horas. No podés pedirle a un docente de la enseñanza pública que se dedique extracurricularmente, porque no se lo pagan".
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