Con Emiliano Lasa, uno de los representantes celestes en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Comenzó desde niño a los saltos, por el simple hecho de jugar. Con el paso del tiempo, alguien notó sus dotes, y él pasó de lo lúdico al entrenamiento. Paso a paso, Emiliano Lasa se convirtió en campeón nacional de salto largo y ya no se detuvo. Ahora está en Brasil, donde entrena y vive como un profesional. Está entre los mejores del mundo en su especialidad y su objetivo es plasmarlo en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
-Luego de un largo proceso, llegaste a la marca de 8,16 metros y publicaste una foto en las redes sociales en la que se ven tres momentos distintos de tu vida, desde niño hasta la obtención de esa marca. ¿Qué lectura le das?
-Fue lo que me salió, lo que pensé en ese momento. Siempre fue un sueño clasificarme para los Juegos Olímpicos. De chiquito era lo que soñaba, siempre, desde que estoy acá [se refiere a la pista de atletismo, donde se hizo la entrevista]. Siempre pensé que podía lograrlo, por eso también llegué: uno tiene que soñar y creer que lo puede hacer. Es una satisfacción enorme, sobre todo al pensar que acá, en Uruguay, es diez veces más difícil que en otros países.
-Sobre todo porque una lesión te impidió buscar la marca para Londres 2012.
-No fue sólo la lesión, aunque fue algo que me perjudicó. En aquel momento no se clasificaba por ranking, pero la marca era más accesible, de 8,10 metros (la actual es de 8,15). Creo que la podría haber hecho. Aquella lesión me perjudicó, pero fue otro momento. Yo no estaba en el mismo nivel, estaba entrenando acá, con distintas posibilidades y sin haber participado en tantas competencias de buen nivel casi todos los fines de semana, como ahora en Brasil. La preparación que hice ahora fue distinta, y vengo con otros resultados: obtuve medallas importantes el año pasado y salté por encima de ocho metros.
-¿Cuando subiste el nivel, te cambió la cabeza o seguís siendo igual que antes?
-He cambiado mucho. Además de la confianza y la motivación, también tengo otra responsabilidad. Por ejemplo, fui campeón sudamericano el año pasado y eso me motivó a ser medallista en los Panamericanos. Dije: “Soy campeón sudamericano, en los Panamericanos tengo que tener un buen resultado”. Eso me motivó. Para este año me cambió la cabeza: vine saltando ocho metros, soy campeón sudamericano, medallista panamericano y tenía que pasar la marca olímpica. Pero no era un sueño: yo ya pensaba en hacer esa marca, pensaba que lo iba a lograr, y ahora mi objetivo es meterme en la final de los Juegos Olímpicos.
-En Toronto, cuando ganaste la medalla de bronce panamericana, tu festejo no fue eufórico. ¿Esto se debió a que no conseguiste la marca?
-Sí. La idea era hacerla ahí, pese a que sabía que iba a ser difícil por el viento. Cuando salté 8,17, me imaginé que tenía viento a favor. No pensé mucho en la marca, estaba pensando en la medalla en ese momento. Me enteré del viento y no me cambió mucho: lo importante era la medalla. Si bien quedé un poco bajoneado en el momento, también fue porque en el último salto, que fue el mejor de los seis, estaba en más de 8,20 y fue nulo. Podría haber sido hasta medalla de plata y con viento legal, y la marca hubiera sido válida para clasificarme a los Juegos Olímpicos. Quedé medio bajoneado, pero después me di cuenta de que era medallista en los Panamericanos y que ese era el objetivo en ese momento, y fui a festejarlo con mi entrenador.
-Después fuiste a dos mundiales, uno outdoor, en Beijing, y otroindoor, en Portland. ¿Ese ritmo de competencia te ayuda a mejorar tu nivel?
-Sí, esa es la idea. En Beijing, el año pasado, fue tremenda la experiencia. Fue mi primera vez en un mundial, porque nunca había estado, ni en menores ni en juveniles. Me faltaron tres centímetros para ser finalista, pero fue una gran experiencia. Pensaba que podía hacerlo y quedé un poco bajoneado por no haber conseguido llegar a la final. Esa fue la primera experiencia; tuve que pasar por eso y este año ya fue diferente, me pude meter entre los ocho mejores en el indoor. Es importante estar entre los mejores, competir con ellos, que te conozcan, estar ahí, verse la cara en las competencias.
-Brasil ha sido un gran mojón en tu carrera, en tu crecimiento como deportista.
-Sí. Al vivir ahí puedo ver las diferencias. Eso también me abrió la cabeza. Los brasileños son los que están por encima de todos en Sudamérica, son el ejemplo a seguir; van a un Mundial o a los Juegos Olímpicos pensando en la medalla. Para nosotros llegar es una meta. Acá, en cada disciplina somos los pioneros. Yo desde que salto 7,50 vengo saltando solo; ese era el récord anterior, mientras que en Brasil el récord es 8,30. Eso permite que haya gente que ya lo hizo y que ya se sepa cómo llegar. Acá no hay nadie.
-Pasaste de no tener la competencia necesaria acá a estar compitiendo con los número uno. ¿Cómo trabajaste eso con Nélio Moura, tu entrenador?
-Él tiene mucha experiencia. Tuvo a su cargo dos campeones olímpicos, campeones mundiales, campeones sudamericanos. Es un tipo que ya sabe cómo hacerlo, tiene mucha experiencia, consigue muchas competencias, está actualizado y está entre los mejores entrenadores de mi disciplina. Con eso estoy seguro, me da confianza y sé que lo que estoy haciendo está bien.
-¿Cuáles son las diferencias en entrenamiento entre Uruguay y Brasil?
-En cuanto al método, lo que hago en Brasil es bastante parecido a lo que hacía acá con Luis Sotura, que fue el que me entrenó desde chiquito. Las diferencias son la experiencia que ellos tienen, que ya saben cómo preparar una competencia o qué hacer en determinadas situaciones. Lo que noto es que los contactos que tiene mi entrenador a nivel de actualización son diferentes: tienen otra cabeza, están más metidos en eso, motivados. Un entrenador de acá tiene otros trabajos, trabaja en una universidad o con niños chicos. Nélio tiene una preparación específica: para eso le pagan y para eso trabajando. La mayor diferencia es la posibilidad de entrenar con un grupo que está a mi nivel. Yo soy bastante competitivo y me gusta entrenar de esa manera; cada día que hacemos saltos, nos motivamos para mejorar, porque uno salta bien y el otro quiere saltar más. Así es en todo: en pesas, en velocidad... Eso te engancha y te motiva más.
-Tu entrenador debe tener una proyección de hasta dónde podés llegar, por su experiencia y por lo que sabe. ¿Cuánto de eso te revela a vos?
-Él es muy reservado; esa es una de sus virtudes. Te lo va diciendo de a poco. Cuando te dice algo es porque está seguro, y eso está bueno. En el último Mundial me dijo: “Estás para cosas grandes”, y cuando te dice una cosa así, por algo es. Yo le tengo confianza y sé que esta vez fui finalista, pero pude haber sido medallista porque tuve un salto nulo de 8,20 o más. Confío cuando él me dice eso. En el Panamericano me dijo que iba a estar bien, antes del Sudamericano me dijo que estaba para saltar ocho y lo hice por primera vez.
-¿Cómo diagramás la preparación para Río de Janeiro en los pocos meses que faltan?
-Ahora voy a parar un poco con las competencias, para volver a entrenar bastante fuerte y prepararme para los Juegos. Primero tenemos el Iberoamericano, que va a ser la prueba test de los Juegos. Luego, una breve temporada en Europa; eso va a estar bueno porque me va a permitir medirme con los atletas de primer nivel, que es importante. Y después, en agosto ya vienen los Juegos.
-Tu entrenador te dijo que estás para cosas grandes. ¿Cómo interpretás eso? ¿Qué es algo grande, entrenar para algo grande?
-La verdad, me tengo bastante confianza. Sé cómo es Nélio y que cuando habla de cosas grande no se refiere sólo a una final o a quedar entre los mejores, sino que para él puede tratarse de una medalla o de un gran salto. Eso es lo que yo entiendo que él me quiere decir. Pero eso me lo dijo en el Mundial. Ahora hay que ver qué pasa. Tengo la certeza de que estoy bien y de que puedo llegar a meterme entre los mejores. Voy a entrenar con eso en la cabeza, a tratar de prepararme mejor y de estar cada vez mejor para los Juegos Olímpicos, que son el objetivo más grande de este año.
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