CRECER NO PROVOCA DOLOR...PERO...¿Existen los dolores de crecimiento?...Esta es una pregunta que muchas veces me hacen padres, madres o propios adolescentes en la consulta. Tanto desde el oficio en esta especialidad como desde la deportología, hay respuestas que pueden ayudar.
Los huesos crecen bajo el influjo de la hormona que se los indica. Para poder estirarse deben ablandar su estructura a base de la sustracción de calcio y fósforo, los dos materiales que, unidos, le otorgan la consistencia firme que le conocemos. Al disminuir estos dos minerales, el hueso se vuelve cartilago, como lo es la parte delantera de la nariz o la oreja. La naturaleza, sabiamente, no descalcifica y desfosforiza al hueso en toda su extensión. Si así lo hiciera, una consistencia cartilaginosa no podría siquiera mantener al cuerpo en pie. Por eso, el hueso se ablanda, pero sólo en un tramo de uno a dos centímetros cercano a sus extremos. El llamado "cartilago de crecimiento". Los huesos crecen de esta forma a la velocidad de unos 24 cms en el primer año de vida y unos 12 cms el segundo. Luego se va reduciendo la velocidad de extensión de la talla para ser en la infancia de unos cuatro a cinco cms. por año. Bueno...resulta que al comienzo de la adolescencia, bruscamente, la velocidad de crecimiento de los huesos pasa al doble , o más aún. Los músculos, tendones y ligamentos que venían adaptados a seguir a su hueso correspondiente a razón de 4 cms por año, de repente deben producir movimientos con una guia que se les escapa a distancias de 8 o 10. En esa situación, a veces sucede que la prominencia donde se insertan esos tendones forzados a estirarse, puede resentirse. Es cuando esa zona se inflama y produce dolor. Es bueno conocer esta circunstancia para que el o la adolescente esté atento a la posibilidad de molestias en la zona inferior de la rodilla, o en el talón (los dos sitios más frecuentes, aunque puede suceder en otros). Hay médicos que ante esta circunstancia indican reposo durante unos meses. Sin embargo, un músculo que no se usa durante un tiempo prolongado, se atrofia. En ese período, además, el hueso seguirá creciendo, con lo cual la situación empeora al retorno a la actividad física. Siempre es preciso examinar caso a caso, pero la mejor recomendación en general es mantener el deporte, agregando ejercicios de tonificación y estiramiento del músculo implicado, en posturas estaticas (cuadriceps, triceps sural, etc). Son ejercicios simples que se hacen antes de realizar esfuerzos y que los y las docentes de educación física conocen muy bien. Eso suma el no retirar a alguien, que está motivado por el deporte, de una actividad sana, social y productiva para si mismo. No se precisa medicamento alguno, salvo raras excepciones. La respuesta a la pregunta inicial, entonces, es que crecer no produce dolor, pero sí que pueden haber molestias ante la diferente intensidad de estiramiento óseo y sus partes blandas adyacentes (musculos, tendones, ligamentos). El dolor, en este y otros casos, es siempre una señal de alerta a la cual debemos aprender a atender. La naturaleza, sabiamente, nos avisa cuando necesitamos cambiar algo de lo que venimos haciendo para no llegar a lastimarnos. Es cuando la consulta y la comunicación resulta imprescindible. Para lograrla ante un niño o niña, casi siempre habrá la referencia de un adulto a su lado. En el caso de los y las adolescentes es preciso invertir en su propia confianza....Esto no se gana por decreto y menos por mandato. El paisaje más armónico es cuando ellos y ellas descubren un espacio en que son escuchados y lo que se les responde tiene un fundamento al cual pueden adherir. Debemos comprender que ya no son niños, pero aun no son adultos. Son adolescentes con identidad generacional propia. No es siempre fácil...pero nada valioso suele serlo...¿verdad? Y bien vale es intento.
Dr. Mota
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