Hay muchos que sienten un vacío interno que no se llena con nada, y se lo atribuyen a la falta del apoyo emocional externo, a que nadie se preocupa por ellos o a la falta del cuidado de otros, o a la falta de la pareja, del amigo, de la familia. En fin, por distintos motivos lo que nos falta recibe toda la culpa
Los que están lejos de su tierra, movidos por necesidades económicas, y no logran enraizarse o sentir la pertenencia, pues su corazón quedó allá, quedó con otros, la familia, lo conocido.
Cualquiera que sea la causa, el sentimiento de soledad aprieta el corazón, cierra la garganta, nos hace meternos para adentro, y vivimos en pánico y angustia, nos sentimos víctimas del desamor.Pero muchas veces también tenemos este sentir aunque estemos rodeados de personas, pero nuestros viejos dolores, nuestras protecciones para no sufrir, y tantas cosas más, nos hacen impermeables a compartir los afectos.
Así no podemos recibir, no podemos detectar lo que viene hacia nosotros, lo que nos quieren dar, pues ese sentir cierra las puertas. Otras veces estamos tan aferrados al pasado, a castigarnos por lo que no hicimos o lo que nos salió mal, o tenemos tantos resentimientos que son como una coraza de acero que ya no nos permite ni acercarnos, ni sentir más que eso: el viejo sentir de reproche, de rencor, por algo que ya sucedió y por lo que cerramos las puertas a la vida y a las nuevas vivencias compartidas. Generalmente no nos damos cuenta de que, a los únicos que el resentimiento realmente lastima, es a nosotros mismos.
Tenemos una tendencia automática que a veces se transforma en adicción, y esto es el sufrir. Mi invitación es a descubrir algo que está esperando a ser despertado en vos, está dentro, en tu corazón, por el mero hecho de que sos humano. Y este camino te lleva a vivir en amor-conciencia. Cuando expandimos el amor incondicional en nosotros, deshaciéndonos de los miedos y del bagaje que nos agobia y separa, la soledad es un sentir que no existe.
Uno comienza a abrirse a recibir, pues uno se está diciendo sí a si mismo, a la vida, estando presente en cada momento con lo que es, en lugar de estar ausente, agobiado por aquello que fué y encapsulado por el miedo a que se vuelva a repetir.
La conciencia jamás está sola. Tu puedes ver a un niño y él juega solo, imaginando cosas, sintiéndose completo dentro de si mismo en cada momento. NO piensa—sería más feliz si tuviera más amigos—.Ellos no piensan así. Solo crean su propio entretenimiento.
Todo aquello que necesitas está dentro tuyo. La conciencia jamás está sola, porque se está amando a sí misma. Disfruta de sí misma y vive completa dentro de sí.
¿Qué sucedería – y esta es mi invitación para esta semana en este encuentro – qué sucedería si cada vez que sentís que te falta algo, y que dirijís la mirada, el sentir o la percepción hacia afuera a buscarlo, paso seguido a no encontrarlo, paso seguido a sentirte pesado, sin ganas, triste, sin fuerzas, desalentado o como sea, como si hubiera un gran bagaje que pesa cada día más, qué sucedería si te enfocaras en apreciar las cositas más pequeñas que te rodean, apreciar, aunque no tenga sentido, la florcita diminuta que casi pisaste y que en su pequeñez goza de una perfección de líneas, de formas, hasta de aroma que es de maravillarse? ¿Y si aprecias al niño jugando, al perro custodiando su hueso, a la mamá que alza su bebé, a la pareja que camina sosteniéndose en un abrazo como si no existiera nada más en el mundo, a la nube que está por tapar al sol, al sonido de tráfico tan ruidoso que casi podría ser una sinfónica desafinada, y así, todo lo miras con apreciación? Notarás que algo en tu pecho, en lugar de apretarse, se empieza a abrir, y hasta en algún momento, tal vez te encuentres con una sonrisa que se esboza de dentro hacia afuera. El apreciar es como decir sí a todo, y tal vez, sólo tal vez, hasta notes que comienzas a emanar ese sí y a atraer la atención de otros que vibran en esa sintonía. Pero sin expectativas, sin hacerlo para conseguir, sino para vivir el momento con otro sentir, con otro color. Aprecia tu hoy. Y escucha, escúchate profundo dentro y verás cómo la soledad y el vacío han quedado atrás.
ISHA, autora de “¿POR QUÉ CAMINAR SI PUEDES VOLAR?”
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