Pablo Anzalone Secretario general del Partido por la Victoria del Pueblo- Frente Amplio
Múltiples debates se cruzan hoy sobre el tema de la educación. El éxito y el fracaso educativo, la calidad, la inclusión social, la relación recursos/resultados, los acuerdos interpartidarios y un amplio etcétera, muestran un debate todavía confuso y fragmentado.
Para la izquierda no se trata solo de gestionar bien el sistema educativo sino de producir cambios profundos en el tipo de educación que brindamos y recibimos.
La democratización de la educación incluye sin duda la extensión de su cobertura a las grandes mayorías no solo en preescolar y escolar sino también a nivel secundario y terciario.
Pero no puede soslayarse un elemento clave: el modelo pedagógico y lo que subyace al mismo, el sistema de relaciones de poder entronizadas en el proceso educativo. Por eso insistimos con la participación protagónica de los estudiantes en el funcionamiento del centro educativo por un lado y en el propio acto educativo por otro. Enfatizamos asimismo el rol docente fundamental de las familias y la comunidad, que puede cultivarse, burilarse, con capacitación, para que fortalezca la educación institucional a través, por ejemplo, de los Consejos de Participación que prevé la ley de educación. Al mismo tiempo ¿cómo hablar del tema sin incluir la educación no institucionalizada, no formal, comunitaria? Reconocer esos saberes y potenciar su rol en la educación, no es un hecho menor. No solo como un hecho societario inevitable sino como campo de tensiones donde las prácticas emancipadoras, solidarias, saludables, ecológicas, se enfrentan con dispositivos de fragmentación social que siguen operando, como la violencia doméstica, las agresiones en el fútbol, la opresión de género, la discriminación por opción sexual o color de la piel, el miedo y la inseguridad. La concepción de "sujetos pedagógicos" de la educadora argentina Adriana Puiggros es útil para pensar estos procesos.
Cambiar el modelo pedagógico incluye las relaciones que se generan dentro del salón de clase. Los estudiantes son participantes del acto de conocer y no simples depositarios del conocimiento volcado por el docente. La "educación bancaria" que cuestionaba Paulo Freire, persiste ampliamente en las modalidades tradicionales de enseñar y aprender.
¿Podemos creer que estos diseños pedagógicos no tienen nada que ver con la falta de interés, de entusiasmo, de estímulos con que niños y jóvenes transitan por el sistema educativo? ¿Será que no tienen ningún vínculo con el "malestar docente" o con la calidad de la educación?
Los formatos educativos tradicionales deben ser interpelados en cuestiones básicas como la forma de ordenar los tiempos, la disposición de los espacios, los mecanismos y contenidos de la participación de estudiantes, familia y comunidad.
Múltiples ejemplos de heterodoxias ilustran esta idea fuerza. Sin ir más lejos el programa de Maestros Rurales con la enseñanza multigrado compartiendo el mismo espacio físico, con áreas temáticas comunes entre niños de edades y conocimientos distintos. Un vínculo con el medio social donde, como decía Julio Castro, la escuela es la casa de todo el pueblo y son alumnos de la escuela todos los habitantes del territorio. O el programa de Maestros Comunitarios donde la familia es el aliado pedagógico directo del maestro y el escenario del acto educativo es la comunidad.
La distribución del tiempo curricular en una parte obligatoria y otra elegible por los estudiantes, es una forma de potenciar desarrollos individuales distintos, con saberes diversos donde inciden los diferentes tipos de inteligencia de los niños.
La integración pedagógica entre docentes y familias, con temas trabajados en paralelo y jornadas compartidas entre padres y estudiantes, es un espacio fecundo. Las relaciones entre pares o entre pares asimétricos (unos estudiantes enseñan a otros) son importantes, en el plano pedagógico, para lograr los objetivos de autonomía y desarrollo individual y para motivar un rol activo y creativo en el proceso enseñanza-aprendizaje. Ejemplo de ello es el programa "Compromiso Educativo" que incluye como "referentes pares" a estudiantes de nivel terciario que apoyan a estudiantes secundarios generando espacios juveniles.
La formación de promotores escolares o juveniles de salud (Dengue, merienda saludable, adicciones, salud sexual y reproductiva, etc.) incorpora dentro del aprendizaje la elaboración y puesta en práctica de un proyecto de educación para la salud entre sus pares, familias y comunidad.
La praxis que articula aprendizajes teóricos y prácticas es una de las claves de modelos pedagógicos innovadores.
Falta hablar más de todo esto en los debates sobre educación.
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