Una mezcla de orgullo cósmico y amor planetario resulta de la observación de la Tierra desde el espacio exterior. Y aunque sabemos con certeza que “como es arriba, es abajo”, es decir que a fin de cuentas nosotros somos por si solos un microcosmos, no por ello este ejercicio deja de generar una emotiva hipnosis tras acceder a estas majestuosas vistas (el masaje está en el paisaje).

El sol baña de texturas doradas el Océano Atlántico frente al Cabo Cod, en Massachusetts.

Sublime atardecer sobre el oeste del continente africano.

Majestuosa vista de la isla italiana de Sicilia, rodeada del Mar Mediterráneo.

Vista interior de una aurora boreal sobre Nueva Zelanda (aurora ourobórica).

Eñ Glaciar de San Quintín, en la Patagonia, al sur de Chile.

El imponente Río Nilo serpentea sobre la superficie terrestre.

El volcán manam, uno de los más activos e la exuberante isla de Papúa Nueva Guinea.

La costa este de España donde se pueden apreciar la isla e Mallorca y la ciudad de Barcelona.

La ciudad de Moscú como un pulso fragmentado de luz.

El desierto de Somalia, al oeste de KalabaydhImage, emerge como una especie de herida sobre la superficie.

El Río San Francisco en Brasil aparece como un paisaje de cuento de hadas trazado con un pincel acuático.


Reflejo solar sobre el Mar Caspio, como un suspiro dorado de la conciencia planetaria.

* Imágenes cortesía de ESA / NASA