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jueves, 9 de mayo de 2013

Leandro García Morales es el ejemplo de un crack


DEPORTES - BÁSQUETBOL

“Lanzo 500 tiros de mañana y 500 tiros en la noche”

Leandro García Morales es el ejemplo de un crack, que entrenó en las fiestas, que se alimenta bien, mira videos y lanza mil libres por día. Así llevó a Aguada al título de la Liga

Usted es producto del trabajo o nació con ese don particular destinado que tienen unos pocos para jugar al básquetbol?
Sin dudas soy 100% producto del trabajo, siempre fue mi característica. Lo mío es entrenar, prepararme y dedicarme 100%. Me tocó perder muchas veces pero yo duermo tranquilo porque hice lo posible por hacer las cosas bien. No soy de los que juego a talento, sino en base a mi trabajo.

¿En qué consiste su rutina?

Para tener un entrenamiento acorde a la alta competencia considero que hay tres pilares que son entrenar, alimentación y recuperación. Entonces, más allá de las horas en cancha entrenando, lo más invisible al ojo del hincha es la otra parte, que es vital para no lesionarse. Son extras que no se ven y fueron claves en mi carrera.

¿Cómo es un entrenamiento un día de partido?

Me levanto temprano con un buen desayuno…

Perdone que lo corte, ¿en qué consiste su buen desayuno?

Con cereales, pan con queso magro y tomo leche o yogurth. Todo eso lo trabajo con un nutricionista. De pronto hay alguna suplementación.

¿Y luego?

Me voy a entrenar. Después almuerzo casi con seguridad pastas y proteínas como puede ser un trozo de pollo. Trato de descansar todo lo que puedo y antes de ir a entrenar de tarde una colación con cereales y frutas. Trato de llegar temprano, un par de horas antes para vendarme bien. Y luego del partido a casa a descansar.

¿En las colaciones incluye el mate?

No lo incluyo religiosamente porque se que no es muy bueno y los días de partido no tomo. De pronto tomo mate los días libres pero no lo considero bueno el día del partido.

Sus compañeros revelaron que usted tiene una rutina particular y que va tirar solo.

Tengo una rituna donde voy a tirar muchos libres y otros lanzamientos. Si estoy cansado tiro de cerca para no moverme tanto. Y si no estoy en racha, tiro de todos lados.

¿Va solo?

Sí, voy solo. Si el partido está fijado 21.15 llego a las 19 y a las 19.30 estoy en la cancha tirando. Me gusta estar cuando no hay gente. El profesor va conmigo y me pasa la pelota. Esa rutina la sigo todo el año. No soy de andar con la pelota abajo del brazo, me abren el club a la hora que sea y el utilero me da la pelota.

¿Llegaron abrirle el club para que fuera usted solo a tirar?

En las fiestas fui. El 1º de enero me abrieron las puertas para ir a tirar. Yo venía saliendo de una lesión, llamé al profe y le dije, se que tenés familia y si estás complicado no vengas, pero me voy al club. Y me acompañó. Fui el 24 y 25 de diciembre y el 31 de diciembre y el 1º de enero. Sé que no son cosas normales pero necesitaba tirar. Me acuerdo que los funcionarios del club se juntaron para brindar y se sorprendieron cuando nos vieron.

¿Y si no está en competencia también sigue con la rutina de ir a tirar?

Si no tengo partido es lo que más hago. 

¿Se queda tirando luego de las prácticas como hacen muchos?

No, si tenemos muchos partidos no me quedo porque ahí priorizo el descanso.

Con esto que me cuenta se entiende porque muchas personas del entorno de Aguada lo definen como un obsesivo del básquetbol.

Sí, puede ser, es lo único que hago y lo tomo en serio. Por ahí para la gente es obsesivo, pero es mi forma de vivir y lo disfruto. También hago otras cosas.

¿Cómo cuáles?

Soy de mirar mucho básquetbol. Me gusta. No siento que sea un peso. Es lo que le da de comer a mi familia. Es mi trabajo.

Su técnico Espíndola me reveló que nunca le tocó dirigir a un jugador que mirara más veces el video de un partido que usted.

Hoy la tecnología te permite muchas cosas. Entonces yo dejo grabando los partidos y me gusta estudiar a los rivales y verme jugando, porque verse jugando es vital para mejorar.

¿Cómo convive su familia con esto? De pronto su hija anda correteando por la casa. ¿En qué momento mira los videos, dispone de alguna sala especial?

Cuando estoy con mi hija, si ella se pone a mirar dibujitos, aprovecho y me engancho en la computadora a ver básquetbol. Mi hija es recompañera.

¿De dónde sacó la técnica de lanzar los libres?

De ningún lado en particular, es la forma que me queda más cómoda. Es algo un poco más mecánico que técnico. Es el único tiro del básquetbol donde se está parado. Y yo entiendo que es el tiro más fácil de automatizar. Ahí no se mueve nada.

¿Entrena mucho los libres?

Son miles y miles de tiros.

¿Puede estar una hora tirando libres?

Una hora se va volando. Yo lanzo 500 tiros de mañana y 500 tiros en la noche. No requiere esfuerzo, es darle y darle. Voy con los auriculares, la radio, y me pongo a tirar hasta que las piernas me digan basta.

En torno al crack siempre existe una aureola de que es complicado. Le pasaba a Tato López por su exigencia profesional y ahora se dice lo mismo de usted.

No creo que sea para tanto. Yo me quedo con la opinión de mis compañeros y en todos lados donde jugué no tuve problemas. Salvo la ridiculez como pasó con un compañero en Aguada (NdeR: Leandro se negó a jugar si Capalbo ponía al estadounidense Shaun Pruitt por entender que tuvo actitudes poco profesionales, pero el técnico lo puso y García Morales fue sancionado por la directiva que luego levantó la pena), nunca tuve un problema. Sí me considero exigente, porque lo soy conmigo mismo y eso lo entienden.

¿En qué es exigente?

A la hora de entrenar, en aprovechar el tiempo.

Por citar un ejemplo, ¿si faltan los chalecos no entrena?

De eso se encargan Pablo (Morales) y Alejandro (Muro) y no sucede porque está todo pronto. En Aguada no faltó nada esto hay que decirlo. Pero ellos se encargan de que la cancha esté limpia a la hora de entrenar, tener la ropa, el vestuario acondicionado. Esa batalla la ganaron ellos.

Entonces su exigencia pasa más por los entrenamientos.

Claro, hacer las cosas bien, recuperarse, de lo contrario, si las cosas no están bien se convierten en malos vicios. Se juega como se entrena.

¿Cuánto influyó su paso por algunas universidades de Estados Unidos para forjar su carrera?

Me ayudó mucho a terminar de formarme. Yo tenía 17 años cuando entré. Y se notaba la diferencia cuando tomaba contacto con compañeros uruguayos de mi misma edad. No tenían el fogueo que tenía yo. Me hizo hombre mucho más rápido.

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