(Extractos del discurso de Raúl Castro Ruz ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 1° de agosto de 2011).
"Ahora me referiré a un doloroso incidente causado por errores en la aplicación de la política de cuadros y en la relación con la religión que motivaron la sustitución injusta de una compañera del cargo que desempeñaba con buenos resultados. Al abordar esta cuestión públicamente persigo el objetivo de reparar esa injusticia y de paso presentarles un ejemplo elocuente del daño que ocasionan a las personas y a la propia Revolución conceptos obsoletos, por demás contrarios a la legalidad, todavía enraizados en la mentalidad de no pocos dirigentes.
"La citada compañera, de quien me reservo la identidad, no en aras del secretismo inútil, sino del respeto a su privacidad, es de origen humilde, casada y madre de dos hijos, los dos y ella misma militantes del Partido; con una destacada trayectoria laboral, y fue víctima de la mentalidad imperante, en distintos niveles del Partido y el Estado, por profesar creencias religiosas y acudir algunos domingos al culto en su iglesia local.
"Se consideró deshonesto que ella, como militante del Partido y cuadro administrativo, no hubiese informado de su religiosidad, algo que por otra parte no estaba obligada a hacer (…). Entonces se enmascaró la decisión de sacarla del cargo esgrimiendo el pretexto de que aunque tenía magníficos resultados no se vislumbraban posibilidades de promoción y por tanto debía ceder su puesto a otro compañero. (…)
Todo esto sucedió en febrero del presente año, ella comenzó a trabajar en otra entidad, perdiendo el 40 por ciento de su ingreso salarial, siguió militando en el Partido y se resignó en silencio al dolor de la injusticia cometida, hasta que decidió el 17 de abril remitir una queja al Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, tras lo cual se realizó un proceso investigativo que corroboró sus planteamientos.
"Ahora bien, de qué nos sirve esta amarga experiencia y el daño ocasionado a una familia cubana por actitudes basadas en una mentalidad arcaica, alimentada por la simulación y el oportunismo. Más de una vez he expresado que nuestro peor enemigo no es el imperialismo ni mucho menos sus asalariados en suelo patrio, sino nuestros propios errores. En consecuencia, hay que revisar toda esta visión estrecha y excluyente, de manera definitiva, y ajustarla a la realidad que emana de los acuerdos del 4° Congreso en 1991 que modificaron la interpretación de los estatutos que limitaba el ingreso a la organización de los revolucionarios creyentes. (…)
"En las palabras finales de antes de ayer a los miembros del Comité Central, al tocar este tema y plantearles la sugerencia de que estas palabras fueran dichas aquí, en la forma que se ha hecho, recordaba que esa compañera nació en el mes de enero de 1953. Recordé seguidamente que ese fue el año del ataque al Moncada y les dije a los miembros del Comité Central: "Yo no fui al Moncada para eso" (Aplausos).
"De la misma forma, recordábamos que el 30 de julio (de 2011), día de la reunión mencionada, se cumplían 54 años del asesinato de Frank País y de su fiel acompañante Raúl Pujol. Yo conocí a Frank en México, lo volví a ver en la Sierra, no recuerdo haber conocido un alma tan pura como esa, tan valiente, tan revolucionaria, tan noble y modesta, y dirigiéndome a uno de los responsables de esa injusticia que cometieron, le dije: `Frank creía en Dios y practicaba su religión, que yo sepa nunca dejó de hacerlo`.
"¿Qué hubieran hecho ustedes con Frank País?".
El País Digital
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