No solo "magos" y "artistas". Los futbolistas también son "científicos". El motivo es que hay numerosas leyes físicas y psicológicas que hacen que Messi eluda a sus rivales, los árbitros se equivoquen y los arqueros adivinen los penales.
Ernesto Blanco, físico y docente de la Facultad de Ciencias, explicó una serie de fenómenos físicos de los que son dueños los jugadores del torneo, pero que no se percatan.
Uno tiene que ver con la forma de correr. Lo realizan de dos formas: dar pocos pasos, pero con grandes zancadas, o cortos con mucha frecuencia.
Lionel Messi, el mejor futbolista de Argentina, presenta esta segunda característica. El hecho de dar muchos pasos por segundo, le permite estar mucho más en contacto con el piso. "Es lo que le da la fuerza (necesaria) de cambiar de dirección bruscamente", señaló Blanco, quien desde hace 10 años se dedica a estudiar la ciencia en el fútbol. "La zancada larga hace que estés más en el aire. Y eso predice más los movimientos", explicó.
Los físicos suelen estudiar el comportamiento de la materia y la energía. En este sentido, Luis Suárez, expulsado de la competencia, tiene una aceleración "muy grande" producto de su "potencia", afirmó Blanco. "Es capaz de estar quieto y, en corto tiempo, alcanzar su velocidad máxima", afirmó. Un ejemplo de ello es el segundo gol que le convirtió a Inglaterra en San Pablo, dijo.
En los penales, algo muy habitual en las Copas del Mundo, también tienen su explicación científica. Para hacerlo entendible, Jorge Flores Valdés, investigador del Instituto de Física de la Universidad Autónoma de México, ilustró al diario El Universal el rol del arquero con el del bateador de béisbol: ambos no saben qué trayectoria tendrá el balón. Sin embargo, con su vista, lo pueden deducir al anticipar el eje de rotación, aseguró.
Pero uno de los fenómenos que más han sido analizados en el deporte rey es el "efecto Magnus", creado por un físico alemán en el siglo XIX. De no existir este principio no podrían existir las "combas". Lo que explica esta ley es que, al girar la pelota, hay una fuerza lateral (el aire) que permite ese efecto.
Otro fenómeno ocurre con los árbitros. Cuando un línea intenta determinar si un futbolista está por fuera de juego, trata de captar el sonido como el momento en que parte el pase. Aquí "hay un desfasaje entre velocidad del sonido y velocidad de la luz", indicó Blanco.
La pelota.
Previo al inicio de la Copa del Mundo de Brasil, la NASA comparó la aerodinámica de la Brazuca, el balón oficial del certamen, con la Jabulani, de Sudáfrica 2010.
A la conclusión que llegó es que la del certamen en curso ofrece trayectorias más normales que las que otorgaba la de hace cuatro años atrás.
Cuando una pelota se mueve, una estela de aire la acompaña a su alrededor. Si se traslada a muy baja velocidad, las capas de aire son muy uniformes. A medida que se desplaza con mayor velocidad, las capas se transforman en remolinos e intentan desprenderse del esférico. Lo hacen con estelas de aire desde las dos caras de la pelota. Por las características materiales con que estaba hecha, la Jabulani zigzagueaba.
Al observar esta situación, la FIFA decidió hacer una pelota más "eficiente" para Brasil. A diferencia de la de Sudáfrica, que era totalmente lisa, la Brazuca tiene algunas texturas y pocitos (o agujeros diminutos), que evitan que el flujo del aire pase sobre el cuero del balón y su trayectoria se desvíe.
Ítalo Bove, experto en mecánica de fluidos y docente en la Facultad de Ingeniería, ejemplificó lo que sucede con las pelotas de golf. En este deporte, el esférico "está plagado de pocitos para que el rozamiento con el aire sea mucho menor, y así poder viajar más lejos", ejemplificó Bove.
Más aristas científicas.
El físico Blanco no solo se dedica a estudiar el fútbol desde su disciplina, sino que le interesa entender el deporte desde otros planos científicos.
En este sentido, lo abordó desde el plano psicológico, y encontró numerosos estudios que certifican que, ante mayor "cohesión grupal", hay más probabilidad de éxito. "Ahí hay un ejemplo lindo en Uruguay", comentó.
Uno de los estudios es del estonio Wolfgang Köhler, uno de los psicólogos más influyentes de principios del siglo XX. Realizó el experimento con dos remeros. Primero, los hizo levantar pesas de manera individual: cada uno aguantaban cierto peso durante determinada cantidad de tiempo. Luego, les pidió formar un equipo de a dos. En esta nueva situación, si bien actuaron de manera solitaria, Köhler observó que toleraban más peso durante más tiempo.
A la conclusión que llegó el estonio es que "hay un efecto de no querer defraudar al compañero, de sentirse que forma parte de un equipo y que, incluso, se mejore el rendimiento de cada uno", finalizó el físico Blanco.
Fuente: El Universal/El Comercio. GDA
Fuente: El Universal/El Comercio. GDA
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