MATEO MÉNDEZ
El sacerdote salesiano que pasó fugazmente por la gerencia del Instituto Técnico de Rehabilitación Juvenil, asegura que los hogares de reclusión del INAU necesitan un "cambio profundo" que debe incluir el fin del monopolio del Estado con los menores infractores.
VIVIANA RUGGIEROEl Pais
Insistió en que se necesitan nuevos directores y equipos así como también proyecto educativo para los adolescentes. "Si la institución no cuida hasta donde el trabajador tiene que mantenerse en su cargo, puede correr el riesgo de pequeños o grandes feudos donde mandan algunos".
-El Instituto de Derechos Humanos presentó denuncias sobre golpizas en hogares del INAU. Fueron apoyadas por 30 organizaciones sociales. Funcionarios y autoridades declararon ante la Justicia. Usted conoce la realidad de cerca ¿Cómo se revierte?
-Estamos dando vueltas sobre el mismo tema desde hace muchos años y las salidas que se van proponiendo no llevan a un cambio profundo, a un corte transversal, a empezar de nuevo. Estamos trabajando sobre lo mismo y se necesita algo más de fondo, serio, comprometido. La salida requiere una participación amplia, no está reducida a quienes tienen la responsabilidad de que esto funcione. No está bien que un grupo determinado de personas busque soluciones sin tener en cuenta otras opiniones, otras miradas, otros modos de encarar el tema.
-¿La solución pasa entonces por una apertura del INAU?
-El monopolio del INAU sobre los menores infractores ya fue. Hoy por hoy, en distintos ámbitos, siempre se están buscando nuevos socios y eso es lo que tenemos que hacer en este caso porque el sistema está desgastado y es poco creíble, más allá de que puedan tener muy buenas intenciones. Yo creo que el Estado no tiene que solucionar todo él solo, a veces se peca de una cierta autosuficiencia, "como tengo los recursos económicos lo tengo todo". Y la solución de este problema no pasa por tener recursos económicos.
-¿Es un tema de recursos humanos?
-Yo creo que se necesita gente nueva. No necesariamente del Estado, hay entidades privadas que trabajan en barrios, hay gente muy comprometida con esta tarea en las distintas zonas de Montevideo ¿Quiénes son los que participan en el armado de los programas, en la búsqueda de soluciones? Yo creo que no pasa por las mujeres y hombres de escritorios, ni por las universidades. Preguntémosle a la gente que trabaja con los adolescentes en los barrios cómo podemos mejorar. ¿Cuánta gente que trabaja con adolescentes en zonas carenciadas luchando para que no abandonen el liceo, armando un cuadro de fútbol para sostenerlos, que van a sus casas, que hablan con la familia, está en el INAU? Mientras se mantenga el monopolio de parte del Estado de los menores infractores como único responsable no vamos a poder saber si con otros actores esto puede ser diferente. El Estado está pecando de soberbia.
-Pero en los últimos años ha entrado gente nueva y algunos, como usted, se terminan yendo…
-Y bueno, ¿por qué si entra personal nuevo no se dan propuestas nuevas? Quizás es porque hay una lógica que se tiene que cumplir que es "acá siempre se hizo así". Y bueno, cualquier empresa e institución que dice "vamos a hacerlo así porque siempre se hizo así" tiene una fijación en el tiempo y en las actitudes y ahí está lo más trágico. Sino hay cambios de actitudes no puede haber cambio en la institución ni en el proyecto educativo. Entonces la gente nueva que entra a la institución, ¿tiene respaldo para hacer que las cosas nuevas funcionen? Lo que pasa es que cuando entran a funcionar cosas nuevas lo viejo tiene que desaparecer.
-¿Usted cree que la situación no logra revertirse y se mantiene con el paso de los años pese a estar constantemente bajo la lupa por esa fijación?
-Yo creo que hay gente a la que le interesa y le sirve que esto siga así. Hay un producto que se saca de esto que a alguien le interesa porque sino no puede existir por mucho tiempo, se cae solo.
-¿Pero a quién le interesa? ¿Qué rédito se saca?
-Y bueno esas son las preguntas que nos hacemos también nosotros. Sin duda hay gente a la que le importan sus réditos personales adentro de la institución y no el educar a los adolescentes. El destrato para con ellos se genera por personas que están saturadas. Yo pienso que las personas que trabajan con gente privada de libertad tienen que estar como máximo cinco años y acá hay gente que tiene muchos años a la que se debería decir "usted cumplió un ciclo y su tarea aquí ya está, ya fue, va a haber otro director, otro equipo". Y esto es muy sano para el adolescente y el trabajador. Si la institución no cuida o no mide hasta dónde el trabajador tiene que mantenerse en su cargo, puede correr estos riesgos de pequeños o grandes feudos donde mandan algunos. Quienes tienen un par de años no logran mandar a nadie, lo que da capacidad de mando es la permanencia en el cargo. Es la lucha de poder.
-¿La realidad actual de los hogares es consecuencia entonces de un sistema feudalizado?
-Es fruto de una realidad que hace al educador perverso, sin sentimientos y que no genera un vínculo con el adolescente. Cuando el problema de los menores son los adultos tenemos que cambiar el sistema. Tenemos que poner al adolescente en el centro y para eso tenemos que tener programas en los que ellos puedan encontrar una propuesta educativa que lo ayude a darse cuenta de que se equivocaron y que tienen que cambiar. Pero el cambio no va porque se vista mejor, coma bien y duerma cómodo. Eso está bien y es parte. Pero sobre todo hay que darle un proyecto educativo. Todo tiene que girar en torno al adolescente, no puede girar por cupos, movimientos, partidos, orientaciones filosóficas. El adolescente no tiene que ser rehén de estas cosas porque se desvirtúa la razón de porqué está privado de libertad. Usted le pregunta al adolescente ¿por qué estás acá? Y te dice porque robé. ¿Y qué más? Nada más. No tiene conciencia de que lastimó, que afectó a la sociedad. Hay que ayudarlo a que descubra que ese acto que cometió afectó la comunidad toda. Si estas cosas no son trabajadas pasa que sigue siendo lo mismo y con el tiempo se va perdiendo la sensibilidad, va como perdiendo las dimensiones de la convivencia sana porque salió más enfermo de lo que entró. Esos adolescentes vienen con historias muy complicadas y a veces somos simplistas al encararlo.
-¿Hay menores infractores irrecuperables?
-El adolescente no nació delincuente, lo hicimos delincuente. La sociedad lo hace delincuente. Esto es una responsabilidad de todos. Y si pasó muchas veces por la institución, peor, porque no pudimos cambiarlo.
-Si le propusieran volver ¿cuáles serían sus condiciones?
-Así no, ni pensarlo. Quien se quema con leche ve la vaca y llora. Es todo o nada.
-¿Y qué es todo?
-Poner la gente que sea capaz. No importa de dónde es ni de qué partido es. Las cuotas políticas en esta institución no funcionan. Y, por supuesto, tener proyectos educativos.
"Las denuncias que se hicieron no son inventadas"
-¿Qué opina de las denuncias que presentó el Instituto de Recursos Humanos, apoyadas por 30 instituciones sociales, pero desmentidas por las autoridades?
-Las denuncias que aparecieron ahora no son inventadas, son reales. Tenés el delito adentro de un lugar de rehabilitación. Yo tengo miedo que nos acostumbremos a escuchar esto. Es verdad que también hay gente que piensa "querés tratarlos con guantes blancos cuando no son ninguna señorita ni angelitos"; y yo no digo eso pero sí insisto en que por haberse equivocado no pierden sus derechos. Y la institución tiene que darles los elementos para que pueda ver el error que cometieron, arrepentirse y trabajar sobre eso. Además, si queremos rehabilitarlos hay que poner los recursos humanos para cambiarles la cabecita, hay que darles un proyecto y que cuando entren no empiece la cuenta regresiva. No se ve ese tiempo como un período para darle las herramientas para que cuando salga quiera ser mejor.
-¿Qué opinión tiene sobre la baja de la edad de imputabilidad?
-Quienes trabajamos con adolescentes creemos que esa no es la solución al problema de la inseguridad. Hoy hay privados de libertad con 13 años. Todo lo que es aumentar la represión no está bueno. Además, ¿por qué no hacemos todo lo que dice la ley ahora? ¿Por qué hay que bajar la edad? Pero, también, seguimos castigando a los adolescentes con menos recursos, porque los que tienen recursos y cometen un error tienen con qué defenderse. Esa ley no soluciona ningún problema, por el contrario, genera más problemas porque el delito va a bajar a gurises más chicos. Y está comprobado que son más los mayores, eso es así.
Vida dedicada a lo social
Después de haber fundado y dirigido el Movimiento Tacurú durante varios años y de trabajar en el departamento de Rivera, el padre Mateo Méndez pasó fugazmente por la gerencia del Instituto Técnico de Rehabilitación Juvenil durante el gobierno de Tabaré Vázquez. Tras renunciar confesó que la institución está "enferma" y es "corrupta". Dijo que no pudo lograr un cambio, producto de las resistencias internas y que era una "negociación continua". Tras esa experiencia, Méndez continuó su labor social como párroco de la Iglesia San Isidro, en Las Piedras, donde lleva adelante el proyecto Minga, una propuesta que busca la integración de los jóvenes a nivel social, educativo y laboral. Adolescentes de entre 14 y 18 años en situación de vulnerabilidad social son la población objetivo del programa que comenzó tímidamente en el año 2010 en la localidad canaria.