El problema no es lo que te pasa, sino como reaccionas tu frente a lo que te pasa.
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domingo, 30 de octubre de 2016

PRIMEROS PASOS DEL BEBÉ: EL DESARROLLO SOCIAL Y EMOCIONAL

Creciendo en emociones


Es frecuente encontrarse con artículos que indican que a tal edad los chicos generalmente gatean, caminan o están preparados para el control de esfínteres, etapas que reflejan el desarrollo a nivel motor y que sin duda constituyen hitos importantes en la vida de los niños. Pero solemos prestar mucho menos atención a las etapas o metas que implican un crecimiento emocional y social, y éstas son igualmente importantes para la vida futura de niños y adolescentes.

El desarrollo del bebé puede agruparse en cuatro grandes categorías:
Motricidad gruesa: sostener la cabeza, sentarse, ponerse de pie, darse vuelta y caminar son ejemplos de desarrollo de motricidad gruesa. El momento en que cada bebé adquiere estas habilidades puede variar, pero hay que prestar atención porque los niños que comienzan muy tarde a hacer estos movimientos deberían ser estudiados para descartar problemas físicos o alguna enfermedad.
Motricidad fina: la coordinación entre las manos y la vista, agarrar y manipular objetos son ejemplos de desarrollo del sistema motor fino. Logros tempranos en este ámbito pueden predecir que una persona vaya a ser buena con sus manos, pero las demoras no necesariamente son indicadores de torpeza.
Lenguaje: el desarrollo de la recepción del lenguaje y cómo entiende las cosas el bebé es un mejor indicador de progreso que el habla propiamente dicha, sobre todos los primeros dos años.
Social y emocional: cómo interactúa respecto a las caras y voces humanas, por ejemplo sonriendo o balbuceando. Un retraso en el desarrollo social puede indicar problemas de visión o de oído, o incluso dificultades en el desarrollo intelectual o emocional.

Los padres somos responsables de fomentar también este tipo de desarrollo.
La Dra. Amanda Céspedes (Chile) en su libro Educar las emociones explica cuáles son los aprendizajes en esta última categoría que todo niño debería adquirir antes de los 5 años. Basado en él, proponemos que:


Deben aprender a confiar. Es importante que los niños pequeños adquieran y fortalezcan la confianza básica, por ejemplo, deben aprender a creer en el otro, a tener fé en la bondad de los adultos. Tanto los padres como otros adultos que acompañen diariamente al niño deben cultivar los vínculos y, como indica Céspedes "ofrecer al niño ´alimentos para el alma´ indispensables para aprender a confiar".
Deben empezar a aprender a autorregularse emocionalmente. Los niños en edad preescolar son fácilmente desbordados por las emociones que emergen en forma de conductas, por ejemplo, las famosas rabietas comienzan alrededor del año y medio y terminan aproximadamente a los cuatro años de edad. A partir de los 18 meses (un año y medio de edad), las estructuras cerebrales empiezan a madurar. Estas estructuras cerebrales son las que permiten mantener el temperamento, es decir, evitan el desborde por la ansiedad, miedo o rabia. Esta maduración es lenta, ya que termina en la pubertad, pero es importante que desde pequeños empiecen a aprender a autorregularse emocionalmente.
Deben empezar a adquirir hábitos de vida saludable y las normas básicas de convivencia. Para integrarse como seres sociales, deben empezar a adquirir hábitos de vida saludable y normas básicas de convivencia, por ejemplo hábitos de higiene, de autonomía, de orden, de trabajo, de autocontrol, de convivencia, de alimentación y salud. Es bueno que empiecen a adquirir estos hábitos en el hogar y también en el jardín o guardería con otros niños de la misma edad.
Deben empezar a fortalecer las habilidades básicas cognitivas. Estas habilidades básicas cognitivas empezarán a desarrollarse como un eficaz mediador emocional, principalmente el lenguaje verbal.
Deben dar inicio a una mayor autonomía. Aunque a veces parezca lo contrario, el fortalecimiento de los lazos vinculares da seguridad al niño para vivir experiencias independientes como asistir al jardín, ir a paseos, cumpleaños y otros encuentros sociales separado de la madre.
A partir de los 5 años y hasta la preadolescencia, aparecen otras necesidades.
Deben aprender a reflexionar. La reflexión es una habilidad buena e importante para todas las edades. Ayudará al niño a desarrollar el razonamiento, a resolver problemas difíciles, a considerar diferentes perspectivas, etc.
Deben comenzar de a poco el camino del autoconocimiento. Es importante que el niño se empiece a conocer a sí mismo, que sepa quién es, sus capacidades, sus limitaciones, lo que siente y cómo expresarlo, etc. No sólo pueden ayudar los padres y adultos cercanos, sino también los educadores. Contarle historias familiares, de dónde llegaron los abuelos por ejemplo son clave para que entienda que no todos somos iguales.
Deben consolidar la capacidad de autocontrol. Como señalamos en la primera etapa, los niños pequeños deben empezar a autorregularse emocionalmente. En esta etapa, deben consolidar la capacidad de autocontrol y lo pueden lograr con el incremento del empleo del lenguaje como mediador de las emociones.
Deben conquistar una autonomía protegida. Si bien es recién en la adolescencia en que se termina de conquistar una autonomía responsable, los niños, deben empezar a ser autónomos en algunos comportamientos que irán ampliando con el paso de los años.
Deben aprender a hacerse cargo de las consecuencias de sus acciones. Los niños deben ser los responsables de sus actos, ya que de lo contrario, no aprenderán de sus vivencias.
Deben fortalecer el carácter. Al fortalecer su carácter, podrá tomar decisiones adecuadas a lo largo de su vida. Los psicólogos clínicos especializados en la infancia y juventud Robert Brooks y Sam Goldstein escribieron un libro que se llama Cómo fortalecer el carácter de los niños en el que afirman, entre otras cosas, que lograr intensificar estas cualidades en los niños es, quizás, la tarea más importante de padres y educadores.
A lo anterior se suma por supuesto el bajage cognitivo y cultural, que le darán armas para desenvolverse en la sociedad más adelante. Pero todos sabemos que sólo lo intelectual no es suficiente para una vida de éxito y bienestar, por lo tanto los padres debemos ayudar a desarrollar tanto habilidades "duras" como estas blandas más imperceptibles pero que a la larga serán claves para una vida plena.


Basada en el libro Educar las emociones de Amanda Céspedes.
Otras fuentes consultadas: Kidshealth.org, eHow en Español, Cosasdeeducacion.es, Educarges.blogspot.com, blogs.siglo22.net
Imagen: www.morguefile.com

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