El problema no es lo que te pasa, sino como reaccionas tu frente a lo que te pasa.
No importa lo mucho o poco que hagas, sino "como" lo hagas.
No uses el presente para ninguna fin solo vívelo pues es lo único que existe.

lunes, 27 de julio de 2015

Los necesitamos profesores



Por el Prof. Lic. Mario Di Santo
Hace más de 8 meses que la redacción de este conjunto de ideas está demorada, inseguro tal vez por el título o, quizás también, por sus posibles repercusiones. No obstante entiendo que alguien de alguna vez debe intentar poner en palabras lo que muchos piensan, inspirados no solamente por el amor a una educación física que anhelamos sea mejor, sino, y sobre todo, por un país mejor. Por eso en esta oportunidad, en Julio de 2015, decidí reemprenderlo y terminarlo. Este ramillete de pensamientos, discontinuos y no desordenados, aspiran a promover la reflexión en quienes somos protagonistas de esta realidad y, por sobre todo, a los que deciden lo que debe ser estudiado en nuestra hermosa carrera. Seguro muchos se enojarán (sobre todo quienes han hecho muy buenos negocios a partir de estas transformaciones), y no es mi intención hacerlo…  ¡O sí! Escribo inspirado en un profundo amor a la educación física. Aunque no corresponda, refiero algo de mi vida personal: la educación física estuvo presente en los momentos más aciagos y desesperantes de mi existencia, y fue la salvación. Ella y sus profesores. Agradezco tanto, no se imaginan, a mis profesores de educación física de la escuela y luego, del deporte al cual me dediqué, la gimnasia artística. Todo lo relativo a la educación física me afecta sensiblemente y reacciono al instante. Por esas razones, espero sepan disculparme. Abrigo expectativas de que la descripción de esta realidad no sea indiferente para quienes elaboran los planes de estudio de las carreras pertinentes, sobre todo de nuestra querida educación física. Entiendo que este año en Córdoba se inician las discusiones relativas al futuro de los perfiles de las carreras que la Universidad Provincial a corto o mediano plazo va a ofrecer desde la escuela de Educación y Salud. Debiera ser de Educación Física y Salud, coincidiendo con mi gran profesor Antonio García. Estos dos años son bisagras históricas. Y en sus herrajes se dirimen dos caminos: o el debilitamiento definitivo de nuestra educación física o su fortalecimiento y posicionamiento social y económico. Me inclino absolutamente por el segundo, sin tecnicaturas ni licenciaturas como carreras alternativas. Primero profesor de educación física y luego licenciado y/o técnico, para mayor consistencia en los saberes por los que opte. Erigir a la educación física como la profesión base, afirmarla en la consideración social, elevarla en la escala de valores de nuestra comunidad y otros afines, son los propósitos de este opúsculo. Quizás, también, merced a ello, incrementar las chances laborales de todos los profesores de educación física y evitar que cualquier probable desaliento los incline a abandonarla.

Situación en la ciudad de Córdoba

Nos referimos a la ciudad de Córdoba, Argentina. Es un desorden descomunal, un bodrio inmenso, un aquelarre inexorable. Nada impide que persona alguna, sea o no profesor de educación física, enseñe movimientos (muchas veces altamente riesgosos), prescriba cargas de entrenamiento, forme grupos de corredores, trabaje en gimnasios, esté al frente de la preparación física de planteles deportivos de todas las edades, sea entrenador personal, monte un servicio “on line” de sugerencias de entrenamiento, enseñe el mismo deporte que practicó en su infancia o adolescencia, imparta clases grupales al aire libre a grupos absolutamente heterogéneos y sin evaluaciones previas, etc. Es decir, es cualquier cosa. Lo peor es que la gente, el ciudadano común, carece de herramientas para distinguir. Los profesores de educación física no usan chaquetillas o uniformes. Tanto el sujeto iletrado como el notarial contable o egresado universitario, sin distinción de clases sociales o niveles educativos, ninguno de ellos vacila al poner en manos de cualquier sujeto, sea profesor de educación física o no, su salud. Muchas veces se rigen por su aspecto físico. Infieren que si él o ella tienen buen cuerpo, deben saber enseñar bien y son responsables. Una suerte de extraña indiferencia en los asuntos relativos a la propia salud y la condición física. Oportunidad estupenda, sumada a la falta de legislación al respecto, para que todos los egresados de carreras cortas (tecnicaturas, instructorados y afines), o directamente sin carrera alguna, ocupen ese terreno laboral. Y los procesos de entrenamiento no son menos serios que otros a los cuales con exclusividad acceden egresados de otras carreras y sólo ellos están autorizados a trabajar. La prescripción del ejercicio físico no es una cuestión menor.

Sobre lo que la formación de profesores de educación física excluyó

Sin dudas los ya no tan recientes cambios en la formación de los profesores de educación física de los últimos años han contribuido notablemente a componer este cuadro de situación. Como bien sabemos, la orientación estrictamente escolar, la disminución de horas cátedra asignadas a la anatomía, la fisiología y el análisis del movimiento, la exclusión de la asignatura “Entrenamiento” a un plano meramente optativo, el abandono del estudio de la condición física y la indiferencia respecto a problemas de salud de la población, la transformación de la materia “Gimnasia” en un simple taller con una drástica reducción de sus horas cátedra, el vaciamiento de contenidos deportivos, el significativo aumento de horas dedicadas a la recreación, los bailes, la expresión corporal y las actividades circenses y muchos otros cambios curriculares han modificado radicalmente el perfil del egresado de un profesorado de educación física. Y esto confunde a la comunidad. Ya no saben para qué estamos capacitados, qué preguntas hacernos, qué problemas trasladarnos, para qué contar con nuestros servicios. Una pena, porque hay mucho trabajo fuera de la escuela. Y aún dentro de ella, podemos objetar las orientaciones hoy dominantes: si realmente son los bailes, el circo y los juegos lo que el niño solamente debe aprender en ella. Lo cierto es que estas transformaciones nos quitaron chances laborales fuera de la escuela. Como una gran playa donde la marea baja ha dejado un preciado alimento a merced de las alimañas y aves de rapiña, ese es el terreno que hemos cedido desde la educación física.

Opciones: apostar por carreras alternativas o fortalecer la educación física

No es sencillo proponer caminos y encontrar soluciones. Una posibilidad concreta sería concentrarse en hacer crecer profesiones alternativas, fortalecer la figura de los técnicos superiores y entrenadores personales. Que la sociedad ya de una vez por todas se olvide de nosotros, los profesores de educación física, excepto para dar clase en la escuela, animar fiestas infantiles, dirigir colonias de vacaciones, entretener, eso sí, educativamente, a contingentes en hoteles y “resorts” de lujo y dignas actividades por el estilo. Que piense de ahora en más, para sus procesos de entrenamiento y mejora de su condición física, inclusive para deportes, en términos de instructores y entrenadores personales y a todos les diga “profesor”, sin importar si en realidad lo son o no. Les aseguro, mal que nos pese y sin fortalecerlas académicamente a estas breves carreras, vamos camino a ello. Un espanto. La otra opción es hacer fuerte a nuestra educación física y, con o sin respaldo de una colegiatura y leyes “ad – hoc”, demostrar a la comunidad que no puede ni debe vacilar a la hora de optar entre un profesor de educación física y cualquiera que no lo es. Eso me interesa y todo mi esfuerzo para colaborar con esta posibilidad. Ello acreditaría cambios, sobre todo a nivel curricular. Una carrera de educación física sólida, de cuatro años como mínimo con un “tronco común” y licenciatura inmediata que permita a los estudiantes orientarse hacia ciertas áreas específicas, y no licenciaturas unidireccionales. Una formación para profesores de educación física que no excluya la anatomía, la fisiología general y la del esfuerzo físico, la biomecánica y el análisis del movimiento, entrenamiento orientado a la salud y el deporte, la sólida formación en los grandes pilares de la motricidad humana: la gimnasia, el atletismo, la natación y los deportes colectivos. Es ésta la opción que particularmente me interesa, y mi humilde asesoramiento está disponible para quienes toman las decisiones.

Sobre las tecnicaturas

¿Puede alguien explicarme qué es realmente un técnico superior? ¿Un sujeto, un profesional sin dudas, “algo menos” que un profesor y “algo más” que un instructor? ¿Alguien a quien la mayor parte de la carrera de educación física no le convence por sus materias y gustándole sólo una dimensión se encuentra con una carrera que le provee justamente aquello que le gusta y le permite trabajar? Es como si no quisiera hacer medicina, abogacía o ingeniería como carrera completa porque sólo una especialidad me interesa y me encuentro con una “tecnicatura superior” sólo en eso y de eso y que permite recibirme en menos de la mitad de tiempo y, para colmo, me autoriza a trabajar en ello. No quiero hacer los 9 o 10 años inexorables de medicina para finalmente ser especialista en oftalmología y, aceptando mi falta de voluntad, me ofrecen la posibilidad de estudiar sólo por 3 años la visión humana y sus problemas para luego estar autorizado a trabajar en ello, montar una clínica y trabajar tranquilo. Imagínese semejante cuadro de situación. No sólo con medicina, sino con todas las demás carreras. Un país con carreras cortas hechas a medida de quienes quieren ejercer como los egresados de carreras largas y pesadas pero que no quieren estudiar como ellos. Sería el país de Jauja. Fantástico, extraordinario. ¿Quién no querría vivir en donde le ofrezcan carreras que se ajusten a su comodidad? Usted critica la carrera original, por larga, pesada o porque muchas de sus materias no le cuadran y ahí mismo tiene la posibilidad de otra carrera justamente con las materias que le interesan. Realmente un país generoso. Ahora bien, ¿es acaso la intervención en los procesos motrices de los sujetos menos seria que la que refiere a su salud? Movimiento y salud van de la mano, y no es menos serio responsabilizarse de los procesos de entrenamiento y condición física de la población que de su salud en instituciones médicas.

Sobre los instructorados

Evidentemente complementa lo dicho inmediatamente arriba, salvo por una diferencia. En Córdoba la tecnicatura superior depende del estado, es pública, y los instructorados responden a intereses privados. Numerosas instituciones los ofrecen. No todas, sin duda, aspiran a la excelencia académica. Los cambios en la currícula de educación física favorecieron estos negocios, sin duda alguna. Comenzaron a proliferar ofertas que prometen salidas laborales rápidas en un país que no impide que lo haga, es decir, que trabaje un sujeto, a pesar de no haber estudiado lo mínimo e indispensable. Con esto no quiero objetar la astucia para promoverlos (o si, precisamente, quiero hacerlo), sino que aspiro, más bien, a despertar de una vez a nuestra aletargada educación física. Tampoco desconozco el artículo 14 de nuestra constitución nacional, inherente a la libertad para enseñar y aprender. Lo cual no implica ejercer. Ejercer ya supone otro tipo de responsabilidades. Nadie me puede impedir leer sobre astronomía, tomar cursos breves y hasta hacer observaciones: muy diferente es que pretenda, a partir de esas experiencias, dar clases en la universidad o dirigir proyectos en el Balseiro o formar parte del equipo del ARSAT. Reitero, no quiero que abandonen su deseo de trabajar en todo lo relativo al movimiento humano y aprender lo más que se pueda, simplemente desearía que la educación física cambie y que todos hagan la carrera. Como, humildemente, creo que corresponde. Y que ya no existan más las carreras “cortas”, sino que nuestra educación física se fortalezca definitivamente. Otros países, inclusive vecinos, lo han logrado. ¿Por qué no nosotros? A lo largo de este escrito se vislumbran propuestas para intentar superar este cuadro tan confuso de situación.

Sobre los entrenadores personales

Por algún extraño motivo, desde el primer momento que supe del concepto, una sensación extraña se adueñó de mí y a partir de entonces, y hasta el momento, nunca pude evitar la mirada oblicua y escéptica. Cuando me enteraba de capacitaciones especiales para “personal trainers” la inquietud era obvia y se centraba en aquello que éstos podrían necesitar como conocimiento especial y que un profesor normal, que ejercía la tarea de preparador físico o entrenador no estudiase. Nunca terminé de comprender el valor diferencial de ser un entrenador personal. Quizás más que un problema de entrenador, lo es del sujeto y su exigencia de exclusividad. Muchas veces, inclusive, hasta se trata de un acto de ostentación y demostración de poder. Mis dudas aún no se han disipado y desde entonces sigo convencido que se trata de un símbolo de status, de exclusividad, de élite y pertenencia a clase social elevada desde lo económico, no necesariamente desde lo cultural. Desde ya que en nuestro país no es necesario ser profesor de educación física para ejercer como entrenador personal, tanto de empresarios, celebridades, famosos o lo que fuese. Entiendo que mis ideas están plagadas de subjetividad y pueden soslayarse sin remordimiento alguno. Lo admito sin retaceo y defiendo a rajatabla nuestras posibilidades laborales. Cuando se trata de trabajo no importa si es para con un grupo o una sola persona. Lo que interesa es que la formación de quien prescribe los programas de entrenamiento sea sólida, que se trate de un profesor de educación física.

Sobre los ex-deportistas devenidos en técnicos

Todo un problema. De sus méritos como deportistas nadie duda, mucho menos de sus saberes técnicos. Es común que la gente piense que nunca un profesor de educación física que no haya practicado su deporte podrá superarlo en esos aspectos. Quizás sea cierto, aunque hay excepciones. En nuestra ciudad hay dos profesoras de educación física que no fueron gimnastas (por mencionar sólo dos: Nilda Fontanella y Silvina Márquez) y son, verbigracia, de las mejoras entrenadoras que nuestro país dispone. En muchos deportes colectivos sucede lo propio. O han sido deportistas sin notoriedad o directamente no practicaron como deportistas activos y profesionales esa actividad puntual. Si mal no me equivoco, uno de los técnicos de fútbol más renombrados del mundo es profesor de educación física y no fue futbolista profesional, se trata de Mourinho. Sin dudas un buen profesorado de educación física, sostenido en una buena currícula, aporta un valor diferencial que junto con el esfuerzo individual del sujeto y su perseverancia lo remontan a grandes alturas. El punto álgido de la cuestión inhiere al hecho de que si no son profesores de educación física, sin formación en psicología evolutiva, aprendizaje motor y didáctica especial de la enseñanza, la posibilidad de que trabajen correctamente es absolutamente aleatoria. Hay buenos entrenadores ex -deportistas que no son profesores de educación física. Sí, los hay. Muy, muy pocos. Y muchos, eso sí, que están a cargo de niños en plenas etapas formativas y que sin tener la menor idea de sus rasgos psicológicos y, mucho menos, de los valores educativos del deporte, promueven en ellos severos daños. Sucede en gran parte de los deportes colectivos y muchos individuales. Entiendo que obligar a que estos entrenadores, muchos de ellos ya avanzados en edad, estudien educación física, es muy difícil. Pero podemos empezar por los más jóvenes. El estar a cargo de un profesor de educación física no es una garantía de antemano ni provee una seguridad sellada, pero la probabilidad es mucho, muchísimo menor.  Podemos pensar no solamente en la Argentina de los próximos 5 años, sino de los siguientes 50 y más aún.

Sobre los grupos de entrenamiento

Tan sólo un comentario a la pasada: en nuestra sociedad se auto – convocan sin líderes ni profesores que los orienten. Ellos mismos determinan las cargas de entrenamiento, los volúmenes, las intensidades, las pausas, los suplementos nutricionales y demás componentes de todo el proceso de preparación para las numerosas competencias en las que participan. Médicos del deporte, traumatólogos y fisioterapeutas, agradecidos. Trate de entenderlo si puede.

Sobre los gimnasios

Trataré de ser breve. Bellamente en Brasil se denominan “academias”. Para los “cráneos” de la epistemología de la educación física de nuestro país, se trata de lugares de una jerarquía menor que no merecen tener profesores de educación física como responsables de los procesos de enseñanza y prescripción del ejercicio. En nuestra ciudad, la formación para trabajar en ellos quedó relegada a una tecnicatura adjetivada, vaya uno a saber porque absurda razón, como “superior”. Inferior a la educación física y superior a… ¿a qué? Muy bien no se entiende. Por las dudas no se sepa, cuantos más gimnasios, correctamente instalados y a cargo de profesores de educación física competentes, más se vuelca la población al ejercicio físico sistemático. Más combatimos la hipocinesia y el sedentarismo. Menos factores de riesgo se multiplican y mejora la condición física de nuestra población. Lejos de tratarse de lugares desvalorizados, los gimnasios necesitan recuperar y fortalecer su jerarquía. Pertenecen a lo “no escolar” y nunca debieron perder su jerarquía. En caso de nunca haberla tenido, construirla. Requieren contralor y apoyo del estado. Una supervisión aguda para que sus instalaciones sean las adecuadas y, por sobre todo, sean profesores de educación física quienes allí trabajan. En absolutamente todas las actividades, excepto limpieza y administración. Y no la figura decorativa de un supuesto “encargado” con el título de profesor de educación física mientras que todos los que dictan clases no lo son. Muchas veces, si no es la mayoría, el capital para montar un gimnasio es inaccesible para un docente. Su capital siempre ha sido su cerebro. Por eso suelen ser personas con dinero y sin formación docente quienes lo hacen. Pero nunca puede ser el objetivo de estos lugares el ganar más dinero o el hacerlo a costa de los valores de la salud, la calidad de vida de la población y la seriedad académica. Y si es un profesor de educación física el que deviene en empresario, que por favor no traicione sus ideales y olvide sus raíces, como algunas veces ocurre. Que un inescrupuloso empresario abone sueldos miserables a sus profesores es inaceptable y debe ser evitado a toda costa. Pero que un profesor devenido en propietario y “empresario” lo haga, no es otra cosa que la aplicación cabal y concreta de la teoría del “hijodeputismo” a la enésima potencia.

Los métodos “enlatados” de moda, las franquicias, los empresarios del movimiento y el perfil de los profesionales

Sin dudas, a menor cultura de lo corporal, mayor posibilidad de que los métodos enlatados extranjeros se instalen y sean consumidos por un tiempo. En nuestro país es tan apabullante la falta de cultura de lo corporal respecto al movimiento, por clara e indiscutible omisión de la educación física escolar, que precisamente por ello se transforma en una excelente región donde estos negocios pueden prosperar, con sus correspondientes y feudales sistemas de franquicias y abono regular de derechos por su empleo. Un espanto por donde se lo mire. Un país educado en las cuestiones del cuerpo y el movimiento, elije bien. Toma mejores decisiones relativas a en quienes va a confiar sus procesos de salud, en manos de quien va a poner su entrenamiento y otras intervenciones a través del movimiento. Los métodos comerciales y enlatados en nuestro país pasan con relativa celeridad, dejan un tendal de lesionados, a veces hasta decesos (la pregunta es, si la política parece comenzar después que se cuentan los cadáveres… ¿cuántos deben apilarse antes de intentar hacer algo?), nadie nunca supo muy bien cuál fue su efecto concreto, excepto el engrosamiento de la billetera de los oportunistas. Los no – profesores que los representan no suponen ningún misterio, es hasta esperable de acuerdo al perfil que los indujo a ni siquiera estudiar la carrera de educación física. No es necesario añadir mucho más al respecto. Ahora bien, el que profesores de educación física lo hagan ya constituye un enigma. No me entra en la cabeza, no hay forma. Transitar 4 o 5 años por pasillos universitarios para culminar siendo adláteres de formulaciones foráneas, sin iniciativas ni creatividad, sinceramente, no lo puedo entender. Nuestro país los necesita pensantes y creativos, intérpretes de las necesidades de nuestro pueblo. Necesitamos ideas para nuestra gente, creadas por nuestros profesionales. La soberanía nacional se asienta sobre esa base primordial: no permitir que nadie de afuera piense por nosotros, mucho menos que se enriquezca merced a ello. Los necesitamos profesores de educación física, creativos y comprometidos con nuestro pueblo.

Sobre la industria del fitness y la necesidad de combatirlo con profesores capaces, egresados de una formación sólida

No es la única manera, sí la más importante. No necesitamos “industria del fitness”, necesitamos cultura de lo corporal en general y desde el movimiento en particular. Necesitamos iniciativas propias, y la cuna de las mismas son las casas de estudio de educación física, y se gestan en el seno de su comunidad educativa, cuando profesores y estudiantes se apasionan por un proyecto en común y piensan en el bienestar de su gente. Por consiguiente, la formación en anatomía, fisiología general y especial del ejercicio, biomecánica, entrenamiento y educación física adaptada debe ser sólida, consistente. Estas materias no excluyen todo lo relativo a la educación física escolar, al contrario. Hace mucho que insisto que ésta debe enseñar a entrenar, a manejar procesos de preparación física para evitar problemas de salud ligados a la falta o al mal movimiento. Sería fantástico que desde la escuela se enseñen estas cuestiones, que la gente sepa la óptima manera de moverse fuera de ella, lo haga en parques y gimnasios y que nunca consuma métodos de moda, enlatados. Tanto dentro como fuera de la escuela, los profesores de educación física pueden contribuir a gestar una revolución cultural desde lo corporal. Sé que suena idealista, hasta romántico. No importa, seguiré toda la vida defendiendo estas ideas.

Sobre los comerciantes de drogas y el lavado mental a la gente

Parece mentira, pleno siglo XXI, el que todavía se comercialicen substancias prohibidas en gimnasios y otros lugares de nuestra ciudad y provincia. Es lo que se denomina “doping casero” y es el más peligroso de todos. Por lo menos, y aún nefasto, el doping “profesional” prescripto por el deshonesto médico del deporte es más “técnico”, más dosificado y medido. En manos de sujetos que no son médicos, peor todavía. Estos inescrupulosos sujetos, me refiero a los comerciantes de drogas para potenciar el rendimiento físico en general y el deportivo en particular, se protegen en un esquema de enunciados que repiten por doquier, que venden con eficacia apabullante y culminan configurando una estructura mental mítica en sus clientes. Que todavía existan semejantes mitos es inconcebible, y esos sujetos también. Muchas veces estos personajes se desprenden del mundo del fitness y el culturismo y no conciben otra manera de entrenar y entrenarse más que con el acompañamiento obligado de todo tipo de brebajes. Lo que no saben de métodos, lo compensan con drogas. Hacen trampa. Nadie los supervisa ni detiene. Cuando usted escucha su discurso, parece que fuesen asesorados por expertos en PNL. Toda pregunta tiene una respuesta armada de antemano, recitada casi de memoria, aunque con condimentos expresivos y asombrosos poderes de convencimiento. Si surgen del mundo de la educación física, sepan que la destruyen. Nos hacen quedar muy mal frente a la sociedad y sepultan nuestras futuras posibilidades laborales. Broten del mundo que broten, deben saber que sus prácticas son delictivas. La población debe aprender, también, a no escucharlos y denunciarlos. Debe confiar en las universidades y la ciencia. Hay mucho más para decir, pero me enoja hasta leerme a mí mismo.

Sobre las prácticas corporables urbanas de riesgo

Precisamente el fallecimiento de un joven en Santa Rosa de La Pampa practicando actividades urbanas de riesgo gatilló la decisión de escribir este opúsculo. En nuestra ciudad los acróbatas en dos ruedas y telas, los “skaters” y muchos otros se auto – convocan a practicar y los golpes que se pegan son formidables. Para dar clase en el IPEF de gimnasia un poco más no tenés que haber sido campeón nacional, juez, profesor y licenciado en educación física y lo que apenas podemos enseñar, debido al cada vez peor nivel de los estudiantes, son las destrezas básicas en suelo. Lo que más enfatizamos son formas de cuidado y prevención de traumatismos. Y aun así, avanzamos poco. Cuando vemos a estos acróbatas callejeros, sujetos suspendidos de telas desde los árboles del parque y audacias similares, surge la inquietud relativa a quien enseña tales movimientos, su formación y metodología. ¿Es correcto que una persona de apenas 17 o 18 años sea instructora de tales prácticas? ¿Pondría usted a su hijo o hija en manos de estos sujetos para que se muevan a 3 o 4 metros del suelo? Todo esto forma parte del gran bodrio en el que estamos inmersos y no decimos que ese sujeto interesado en enseñar tales destrezas no lo haga, sino que estudie educación física y desde esa formación recién continúe. Y que nuestros legisladores y políticos sean sensibles a esta situación de una vez por todas, para ya no tener que seguir lamentando muertes.

Sobre el modelo Paulista

En 2014 tuve el agrado de ser invitado a un simposio nacional e internacional de “personal training” en San Pablo, Brasil. Luego de las disertaciones, al final del evento, se votaba por el “personal trainer” del año y cuando consulto, para mi sorpresa, no solamente el ganador sino que todos los allí presentes, absolutamente todos ellos, eran profesores de educación física. Sin excepción. Indagando más en profundidad me refieren el estado de situación por entonces, y que es precisamente el actual, por aquellas latitudes. Usted no puede ejercer como profesor de gimnasio, “spinning”, personal trainer, tener grupos de “running”, impartir clases de Pilates, preparación física o lo que fuese si no es profesor de educación física y matriculado. De otro modo marcha preso por ejercicio ilegal de la profesión. Inclusive los técnicos de la mayoría de los deportes son profesores de educación física. Ni qué decir de los preparadores físicos. Por entonces había más de 86.000 profesores de educación física matriculados, con su correspondiente carnet y autorización. Quedé fascinado: lo que siempre quise para mi país y mi profesión. Desde entonces no pude detener mi cabeza. Si ellos lo lograron, ¿por qué no nosotros?  ¿Será tan complicado? ¿Estamos muy lejos? ¿Qué sería necesario que cambie para que de una buena vez nuestra carrera se posicione socialmente y goce de un reconocimiento digno? ¿Cómo lo lograron y cuáles las consecuencias de dicha conquista? De los efectos pude enterarme: los profesores de educación física en esas regiones se posicionan socialmente y desde lo económico, inclusive, viven mucho mejor. No hay quienes le disputen el campo laboral porque lisa y llanamente está prohibido ejercer en tales prácticas si no tienen la carrera completa. Y luego, para ganar terreno en la especialidad, deben hacer capacitaciones como en cualquier otra profesión. Toda la formación de profesores de educación física en Brasil depende de universidades. Uno de sus ejes más profundos es la producción de conocimiento por medio de la investigación. Chile va también por el mismo camino y ya nos aventaja. No se llaman “profe”, sino se dicen unos a otros “profesor”. Y la población también los denomina así. Parece una nimiedad, y desde ya que no es trascendente quizás. Sin embargo, qué bella y dulcemente suena la palabra “profesor” y cuánto dista en integridad del concepto diminutivo de “profe”. Tenemos tanto por aprender.

Sobre la posibilidad de una colegiatura

No conozco absolutamente nada acerca de los pasos, procesos, algoritmos y, mucho menos, respecto de las triquiñuelas legales y administrativas. Sólo entiendo que en caso de formarse una colegiatura de profesores de educación física, sus alcances estarían, quizás, totalmente limitados por el plan de estudios con el cual se forman, hoy por hoy, y en nuestro país, los profesores de educación física. ¿Cómo defender la exclusividad laboral para quienes no ven, porque la formación de grado no las incluye, materias relacionadas al campo laboral que, precisamente, se pretende defender? En caso de formarse, sólo podría, y apenas, defender a profesores de educación física en la escuela. Lo cual sería poco necesario, ya que para ello ya están los gremios pertinentes. Necesitamos una colegiatura que nos defienda de quienes sin ser profesores de educación física, trabajan en calidad de tales. Me refiero específicamente al ejercicio de nuestra profesión fuera del ámbito escolar. Y para que los agentes privados respeten la dignidad de nuestra profesión y no paguen salarios miserables. No estoy muy seguro de cuál pueda ser el orden conveniente, si primero el marco legal regulatorio, la colegiatura y luego el cambio curricular o exactamente al revés o cualquier otra secuencia. Posiblemente todo vaya de la mano aunque, sin duda, el apoyo legal es crucial. Aunque tal como las cosas, hoy por hoy, se perfilan, el horizonte parece lejano. Muy probablemente, también, ayude éste a acelerar el resto de los pasos. Quizás, espero también, este escrito resulte de utilidad a legisladores y referentes de la política. Realmente necesitamos de su ayuda.

Sobre el poder de la colegiatura, la legislación y la currícula de grado de la Educación Física

Sí y sólo sí, la posibilidad concreta de una colegiatura se deposita en dos “patas de mesa” inexorables y de cuya fortaleza depende todo lo que esta base llegue a soportar más adelante: la del marco legal regulatorio y la de la currícula de grado en la formación de los profesores de educación física. Si la currícula no cambia, si excluimos todo este conjunto de aspectos y los relegamos a una tecnicatura… ¿qué poder de defensa tendría una colegiatura? Si las leyes no nos acompañan… ¿cuál es el alcance de su esfuerzo? Reitero que lograr el modelo brasileño no es utópico. Ellos están mucho mejor que nosotros, mejor posicionados frente a la sociedad y ganan mucho más inclusive. Son mucho más inteligentes que nosotros, sin duda. Aclaro que escribo no para mí. En la profesión me ha ido muy bien, estoy satisfecho y contento. Pienso en los chicos que estudian o están recién recibidos y no quiero que su campo laboral sea disputado por otros que, para colmo, parecen tener más chances. Por eso pido a los responsables de los perfiles propios de nuestra carrera, que arman el currículo, que determinan lo que debe estudiarse y a los legisladores, que reflexionen por un instante. Es espantoso transitar una carrera de 4 o 5 años para que luego encuentres que no hay trabajo o que éste es tomado por egresados de carreras breves, instructorados o parásitos de todo tipo. Es horrible que te ofrezcan salarios menores a los empleos peores pagos y que si no los toman, pasa un instructor y lo acepta. Pensemos un poco en los estudiantes de educación física.

Sobre la dificultad para la inserción en el contexto no-escolar de los egresados de Educación Física

Nos demos cuenta de una vez por todas que proveemos muy pocas herramientas para que el egresado de educación física pueda insertarse efectivamente en el campo laboral no – escolar. Para que el sistema escolar le dé oportunidades que no sean suplencias o interinatos, o cargos por contrato, hay que esperar años y años. Quizás debiéramos ser honestos con ellos desde el cursillo de ingreso, confesando lo siguiente: “miren muchachos, para lo que les vamos a enseñar, no hay trabajo; lo hay para lo que no les vamos a enseñar nada y mejor comiencen haciendo cursos privados desde ya para que los instructores o técnicos más adelante no les quiten el posible puesto que consigan…”. No está mal ser honestos. Inclusive las instituciones privadas que siempre han confiado en los profesores de educación física y que quieren seguir contratándolos por encima de cualquier otra opción están desorientadas, perplejas y deben finalmente ceder y brindar trabajo a instructores. Recuerdo que el año pasado una egresada del IPEF que tenía intención de hacer pasantías con nosotros no podía localizar el tríceps braquial. Una bailarina que nunca entendió la diferencia entre educación física y danza. Si me presiona, admito que para danza también es necesario conocer el cuerpo humano. No digo más nada de ella porque no soy quién para hacerlo. Volviendo al tema, ponemos en aprietos a los que antes confiaban en nosotros. Hasta los obligamos a optar por otros sujetos. Sucede algo interesante: los mismos estudiantes de educación física que niegan los valores de la gimnasia, la biología, la salud y el entrenamiento y se sienten cómodos en su rol de entretenedores, clowns y cuestiones semejantes para las cuales, evidentemente, no hay que estudiar mucho, una vez egresados, como en eso no hay trabajo, terminan aceptando esos inherentes a lo que por comodidad o convicción negaron. A tal punto llega su hipocresía, como muy bien señala el doctor Juan Carlos Mazza, con quien coincido plenamente. Entonces, frente a la sociedad, sin reconocer dónde está el tríceps, pero aceptando trabajar como preparadores físicos o en gimnasios, terminan por sepultar las chances de quienes siempre defendieron otros valores y estudiaron tenazmente para instalar a la educación física en otro nivel. Precisamente los que más se insertan son los que menos estudiaron para ello. Por eso siempre les señalo a mis estudiantes que si ellos identifican a la educación física con entretenimiento, animación de fiestas infantiles y malabares, tengan el coraje y la honestidad de luego trabajar precisamente en ello. No les pido que compartan mis ideas, sólo que sean honestos y coherentes. Lamentablemente no lo son.

Sobre la necesidad de legislar y la intervención del Estado para proteger a la población

Poco de los objetivos que se traslucen en este escrito podrán lograrse sin un marco legal regulatorio nuevo y congruente con un modelo de país que aspira a la constante superación y progreso. La sociedad tiene derecho a una intervención pedagógica seria en sus procesos de educación física y corporal. Tiene derecho a la verdad y a ser protegida contra la divulgación de enunciados falsos en general y los relativos a su salud en particular. Tal como tiene derecho a la salud y la educación, derecho a la condición física y a todas las medidas educativas preventivas de enfermedades y problemas ulteriores. Una sociedad que aspire a ser seria y mejorar no puede dejar de lado estas cuestiones. Tal como no debiera permitir publicidades de productos que engañan la población porque no cumplen los objetivos que prometen, también proteger a los ciudadanos de las mentiras de quienes venden prácticas corporales y sus inexorables paquetes de alimentos y suplementos. Con el tiempo, junto con el esfuerzo de las universidades, las leyes generan cultura. Posiblemente estas cuestiones parezcan poco significativas para nuestros legisladores y políticos. No pretendemos colocarlas a la altura de otros grandes problemas como los de seguridad, servicios y tantos otros que aquejan a nuestra sociedad. Sin embargo tampoco son temas triviales. El movimiento, el deporte, la actividad física y asuntos afines no son cuestiones menores.

Los necesitamos profesores

Mi anhelo no es desalentar a los que no son profesores, sino atraerlos hacia la educación física. A los estudiantes que transitando ya segundo año quieran abandonar la educación física porque el plan de estudios los entristece, que no lo hagan, que la terminen. Los necesitamos, profesores. El deporte y la salud piden a gritos profesores de educación física. Somos los únicos que estudiamos para que la intervención en tales procesos sea con la paralela transmisión de valores. No hay otra actividad humana cuyos representantes se devanen los sesos para transformar al deporte y al entrenamiento en acontecimientos educativos. Los demás no se plantean este intríngulis, nosotros sí. Somos los únicos bichos raros que nos planteamos el problema de educar a través del movimiento. Toda situación motriz sin valores educativos de por medio es vacía, sin descartar lo muchas veces riesgosa. Los golpes no son lo más grave, sino las lesiones psicológicas cuando quienes trabajan en procesos de este tipo no son docentes. A los instructores y técnicos superiores o inferiores o lo que fuesen, estimularlos a hacer educación física. A los entrenadores personales que no cursaron ni siquiera un instructorado, también. Nuestra sociedad necesita de ustedes como profesionales con formación íntegra, completa. Los necesita profesores de educación física. Muy probablemente sean muy buenos dando clases sin ser profesores de educación física. Pero no es lo correcto. Debemos avanzar hacia una sociedad más seria y justa, dar este paso desde nuestra profesión. No pensemos que la aplicación de estas ideas dejaría a mucha gente sin trabajo, sino todo lo contrario. Pienso fundamentalmente en los próximos 50 o 100 años, en un país que seguramente no estaré para ver, pero que anhelo para mis descendientes y compatriotas.
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Posiblemente este breve escrito haya provocado enojos. Lo lamento. También era ésa la intención. Un refrán popular refiere algo así: “Al que le quepa el sayo, que se lo ponga…”. Por consiguiente, a no sentirse molestos y trabajar para un modelo de educación física diferente, acorde a un mejor país. Otros lo han logrado o están en vías de hacerlo. Han avanzado más que nosotros. Pienso que nosotros estamos retrocediendo y esto lo constatamos diariamente con las dificultades de inserción laboral del profesor de educación física. Cuando expresamos esta preocupación, los defensores de la educación física recreativa y circunscripta al plano exclusivamente escolar piden pruebas, estadísticas. No las tenemos y no nos preocupa esta evidencia. Porque estamos todos los días en la calle y lo vemos. Ojalá este conjunto de expresiones sirva para que no suceda.

Prof. Lic. Mario Di Santo, Julio 201

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